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El milagro de la Virgen del Rosario y las cargas

Celebración y ritual. Cortesía: El Tiempo.

Las fiestas populares colectivas en Colombia tienen orígenes diversos. Algunas provienen de arcaicos ritos  precristianos del viejo mundo, que al  mezclarse con ceremoniales aborígenes y ritos seculares africanos conforman una nueva cultura, ligada a manifestaciones ancestrales, que  articuladas crearon  sentimientos de arraigo, lo que ha permitido encontrar razón de ser en quienes  participan de estas manifestaciones, al lograr una encarnación en la cultura del pueblo, la identificación con las raíces propias, al reconocerse en la tradición, afianzarse en el presente y proyectarse en el futuro, como respuesta a la necesidad profunda de expresarse,  una  necesidad de expresar la devoción religiosa acercándose al mundo espiritual.

El ceremonial comienza con la misa dedicada a la Virgen. Quienes pertenecen a la Congregación de la Virgen del Rosario usan para  ese día la indumentaria según el papel que vayan a representar: de español, negro o indio (tupe o chimila), y los que hoy aún visten la indumentaria de arhuacos y guajiros. Llevan variedad de ofrendas: frutos propios de la región, panes con diversas alegorías, algunos animales inofensivos, como la iguana, en escena multicolor inigualable.

Al finalizar la misa, que por tradición celebran en la Catedral del Rosario (Antiguo Convento de Santo Domingo), inician la procesión, guiada por  el cacique Buenaventura Perea y las cacicas Gilma Camarillo (presidenta de la Congregación de la Virgen del Rosario) y Yolanda Acosta Torres, con el acompañamiento de varios instrumentos musicales tradicionales: gaitas, tambores, y el sonido de un caracol y de un cacho. 

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Bailan la danza de la culebra bomba emitiendo gritos de alegría como lo hacían los nativos. Los abuelos cuentan que esta era una danza ritual con la que los indígenas rendían homenaje a sus dioses

La celebración de la Fiesta del Milagro es una importante veneración a la patrona y protectora consagrada en las festividades del 29 de abril, momento en que le hacen diversidad de ofrendas, devoción que data del siglo XVI.

Sobre la efigie de la Virgen del Rosario, De La Rosa afirma en La Floresta: “Esta bellísima y milagrosa imagen fue enviada a esta ciudad por la Señora Reina Católica con la de la Concepción y la de los Remedios de la parroquia del Río del hacha y el padre Zamora dice que su devoción la hizo traer de España al presbítero Fray Pedro de Palencia”.

Las escenas de la fiesta del milagro son representadas  por personas devotas, que están integradas en una congregación vinculadas por cargos heredados de la tradición familiar a través de mandas o promesas. Cada uno de  los integrantes eligió por un compromiso ser indio, negro o español, en la escenificación de una historia que data de 1576.

Algunos estudiosos afirman: “El cumplimiento de la manda a la Virgen en tanto comunicación con lo sobrenatural es una obligación contraída, representa una forma de representación de la individualidad en la continuidad de vida, en el orden de la comunidad y ese orden requiere contraprestaciones”. De allí que este tipo de comunicación con lo sobrenatural sea una especie de intercambio, de alianza donde se da y se recibe. Los favores son retribuidos con diferentes elementos que muestran la devoción a través de variadas ofrendas (cirios, frutos de la temporada, panes, muy pocas veces con dinero).

EL “MILAGRO” Y LAS CARGAS

El rito denominado “el milagro y las cargas” se realiza en las horas de la tarde en la Plaza Alfonso López. Allí participan unos actores que son el cacique, el jefe de la Guardia española, los soldados de la guardia que son dieciocho, los negros y los indígenas tupe, cargos heredados por tradición familiar. Se inicia con la entrada triunfal del capitán español al territorio de los indios tupe y chimilas, quienes son perseguidos, y después del asedio despojados de sus tesoros, del ganado, tierras,  botín con destino al reino español.

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Regresan a este mismo lugar el 30 de abril, día de “las cargas”. Toman ‘guandolo’, bailan, descansan y salen para estar en la Plaza Alfonso López a las cuatro de la tarde.

Cada año se revive esta celebración, con  las escenas de las batallas libradas por indígenas, negros y españoles. Estos hechos  originaron la Leyenda del Milagro alrededor de la cual se organizó el famoso festival de Leyenda Vallenata.

La procesión a veces se realiza en el barrio Cañaguate, El Cerezo o en el centro. Salen el 29 de abril, como es costumbre, de la casa del señor Luis Suárez (fallecido) para la Catedral del Rosario, donde la familia Suárez con antelación de varios días practica los bailes. Regresan a este mismo lugar al día 30 de “las cargas”, toman ‘guándolo’, bailan, descansan y salen para estar en la plaza Alfonso López a las 4:00 de la tarde.

Categories: Crónica
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