José M. Aponte Martínez
Las costumbres van cambiando, ahora dicen, no me consta porque ya no estoy para esos brincoleos, que las mujeres son las que se les insinúan y acosan a los hombres, quizás fastidiándolos y por eso, puede ser, no lo aseguro, el gran número de hogares fracasados, pues con noviazgos cortos, a veces de días y pocos de meses, los párvulos no alcanzan a conocerse y cuando por primera vez las mujeres ven a su compañero con una piedra afuera diciendo vulgaridades y vociferando contra todo mundo o ellos ven a su compañera haciendo lo mismo, se aterran y eso es pa ya: nos separamos, sin tener que ver que unos meses antes se juraban amor eterno en contra de todas las adversidades y que también sus padres ayer no más se gastaron cientos de millones en una suntuosa y babilónica boda. Ese es el pan de cada día, ya estoy mamada dice ella o vaya al carajo dice él.
También han cambiado y bastante las costumbres políticas, pues han desaparecido las ideologías y con ello el sistema partidista; los partidos están tan debilitados que ni siquiera haciéndoles transfusiones a chorro se reaniman y es fácil encontrar a un ateo diciendo que es conservador o un ferviente creyente respetuoso de Dios apegado a estrictas normas pregonando su liberalismo, ni para que hablar de los nuevos partidos que no son ni fu ni fa, ni chicha ni limoná, sino conejos que saltan de cualquier matojo.
Pero paralelo a todo esto crecen dos partidos hasta hoy desconocidos: EL NO SOY NADA Y EL DEL BILLETE, y aclaran que no tienen partido y votan por el que quieran sin ningún arraigo partidista y se le agregan un Jorge Isaac o 5 de La Pola, ahí sí lo hacen con más ganas, pues argumentan que los que aspiran a llegar al Congreso, Gobernación, Asamblea, Alcaldía y Concejo, cuando ganan se olvidan de todos, no hacen nada, van a enriquecerse y después de perpetuarse en el cargo, especialmente los Congresistas que se ganan 1000 millones anuales y más, mucho más, se tornan inaccesibles.
Ahora el candidato no tiene partido definido, tiene tendencias, conservadores unos, liberales otros, pero fácilmente pasan al Verde dejando el Azul o le coquetean al Centro Democrático del Expresidente Uribe o le pican el ojo a los directivos de la U, esperando en acecho definirse para ver con quien les va mejor, sin importarle un pito las decisiones que tomen las directivas de su partido.
Conozco a un fulanito que es experto en estas tramoyas, desayuna con los pocos ingenuos que quedan adorando la bandera azul, esa que tanto quise y de la cual se me separó, pero conservo mi ideología, al medio día almuerza con los directivos de la U, comprometiendo sin consultar a su posible electorado y en la noche se sienta a manteles con Uribistas manifestándoles su total e irrestricto respaldo. No creo que estos enredos le prosperen y ya lo veo nuevamente besando la lona.
Eso se llama ya no pastelero, ni voltiarepa, sino Mazamorreo, como acertadamente lo calificó el inolvidable Julio Muñoz, quien ya debe estar discutiendo con Dios y San Pedro sobre el próximo debate político que se avecina.