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El más turbado

Por Jarol Ferreira Acosta

1- Diciembre es el mes más turbado del año. Siempre pasa, la lluvia empieza a irse y ya empiezas a ver la decoración que invade. Entonces aparece la brisa y a tu nariz llegan las alergias del polvo en el aire. Una alergia fastidiosa mezclada con síntomas de gripa y nada raro que después te caiga una de esas depres pendejas que también suelen llegar con diciembre. Una depre corronchita con muchos argumentos, con mucha pensadera. Una depre burra que no te debe durar más de cinco minutos.

2- Junto a diciembre cae la tristeza que evocan los villancicos, las películas navideñas, los comerciales de juguetes y la horrenda ornamentación. Ahora que es diciembre: velitas, navidad, año viejo, las expresiones faciales de la gente se tornan entre excitadas, aletargadas, ansiosas y tristes, como con emociones extras por manejar. Provoca irse a la playa aunque para mediados de diciembre ya están atestadas de turistas de temporada. Diciembre arruga el corazón a veces.

3- Durante este mes la humanidad entra en trance, cabalgan dragones ensus días. Son las diez treinta de la mañana. Las personas parecen hormigas ansiosas en un terrario; trabajando, yendo de un lado para otro, encontrándole sentido a sus preocupaciones, celebrando el alcance de sus metas, sumisos ante la maldad que amenaza, expectantes ante lo que se avecina, dando gracias, arrepintiéndose, llorando, comprando cosas, regalando, proponiéndose cosas, cumpliendo, interesados en la política, en la ciencia, en el arte, en la culinaria, en la procreación, en la eternidad, haciendo plata, gozándosela.

4-Todos tenemos algo de Poe mientras es diciembre, incluso en el mejor de los casos nos ganan las ansias de un presente feliz. Por eso este mes es mejor pasarlo como mirando sin mirar, sorbiendo el ritmo de una navidad desechable sin caer en sus redes. Diciembre representa la última bala de una ráfaga de doce meses que este año ha disparado contra nosotros, la última barrera por sortear en la fuga hacia un nuevo ciclo ya que este muere.

5- Hedonismo caribeño para contrarrestar su poderío existencialista parece ser la opción preferida por la mayoría: comer, beber y fornicar, idealmente hasta caer exhaustos, sin capacidad de estúpidas remembranzas para no extrañar nada, para no preocuparse por nada. Ser más nadaista que cualquiera de los que ostentaron el título. Ser más indiferente que una piedra, ser y no ser, como respuesta al dilema decembrino de todos los días. Sin entusiasmarse ni proyectarsenada ni nada; solo estar, quedarse quieto sin miedo a lo que pueda pasar. Que el resto haga lo suyo, da igual.

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