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El más fuerte

El último día de febrero se recordará por el llanto de los acordeones, extrañando a la voz que cadenciosamente los entendió en memorables canciones; unas tristes, otras alegres, algunas románticas, la mayoría folclóricas, pero todas impecablemente interpretadas por el cantante vallenato que, hasta el último de sus suspiros, demostró ser el más fuerte. 

La pasión fue la cotidianidad en la vida de Jorge Oñate. Desde niño emprendió cada actividad con arrojo, se emocionaba tanto por sus iniciativas que el éxito nunca le llegó por casualidad sino como resultado a un cúmulo de esfuerzos, en los que la disciplina constituye la determinación de esa energía envolvente que caracteriza el liderazgo.

Por esto irrumpe con fuerza en la música vallenata, no se conformó con el tradicional esquema del juglar, se propuso posicionar al cantante como figura de primera línea dentro del conjunto vallenato y con creces lo cumplió. Antes de Jorge Oñate sí existían cantantes, pero no cumplían la preponderante figuración de estrellas. Hoy la historia lo reconoce como la primera figura del canto en representación y en calidad interpretativa. 

Su talento encontró en el coraje, el brío y la pujanza, la combinación perfecta para lograr el éxito. La tesitura, fortaleza, afinación y claridad de su voz, llevó a que lo bautizaran con seudónimos como ‘Jilguero de América’ o ‘El Ruiseñor del Cesar’, o cualquier mote nacido de la gran prensa o de seguidores, los cuales fue acumulando en el reconocimiento generalizado a la prodigiosa garganta, que con sus dotes anatómicos estructurales puso al servicio del sentimiento y la diversión. 

Lo que comenzó en La Paz como cantos de niños y que, al crecer, en oscuras noches recorrían las calles raras de un pueblo que era despertado por la potente voz en las serenatas, encontró en la fría capital el escenario propicio para inmortalizarse en los prolíficos y exitosos registros fonográficos, los cuales indiscutiblemente marcaron una nueva era en la música de acordeones. 

Su discografía se defiende sola. Son muchos los que afirman con razón que las canciones más lindas de la música vallenata fueron interpretadas por el hijo de la tierra de las almojábanas y las mujeres laboriosas. Para cada momento y cada persona hay una canción representativa de Jorge Oñate. ‘La Paz’, ‘Igual que aquella noche’, ‘Ausencia’, ‘El cantor de Fonseca’, ‘Alicia adorada’, ‘El más fuerte’, ‘Los gavilanes’, ‘Silencio’, ‘La gordita’, ‘Nido de amor’, ‘El cariño de mi pueblo’, ‘Amalaya’, ‘El copete, ‘Mujer marchita’, ‘Noble corazón, ‘No comprendí tu amor’, ‘Campesino parrandero’, ‘El gavilán del paraíso’, ‘Cadenas’, ‘Te dedico mis triunfos’, ‘Soy tu negro’ y un largo etcétera porque no hay espacio, ni tinta o papel que alcance para reseñar su cadena de éxitos, hoy convertidos en clásicos. 

En cuanto a cantidad, va a ser difícil que cantante alguno logre igualar la marca en número de trabajos discográficos grabados por Jorge Oñate. La razón es sencilla. Las grabaciones ya no son tan frecuentes como antes y las nuevas estrategias comerciales obedecen a plataformas, que con una sola canción alcanzan las reproducciones necesarias para convertirlas en pasajeros hits musicales.

Hoy las lágrimas de dolor por su partida se convierten en aplausos. Aunque materialmente ya no está con nosotros, sus versos y canciones construyeron los escalones hacia la inmortalidad, para que el hombre con las virtudes y los defectos de la naturaleza humana, los subiera hasta convertirse en leyenda. Se fue Jorge Oñate, pero quedó el más fuerte para deleite de todos. Un solidario abrazo a su familia, a mi pueblo La Paz y a todos los amantes del folclor más bello y original del universo musical. Paz en su tumba.

@antoniomariaA

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