Citando a Montesquieu, leyes inútiles debilitan las necesarias, como pretender desalojar a más de 30.000 familias de las invasiones Brisas de La Popa, Guasimales, Altos de Pimienta y Bello Horizonte II, predio Sabana 1, ubicado en la vereda Cominos de Tamacal, jurisdicción de Valledupar, a raíz de un oficio de la Inspección Séptima del barrio La Nevada que los notificó de que se están adelantando diligencias para desalojarlos de sus viviendas el próximo 30 de octubre del presente año, cuenta que es regresiva al paso inexorable del tiempo, y una campana que hace eco en la frase proverbial: no hay plazo que no se venza, ni fecha que no se cumpla, lo que se convierte en un suplicio y una tortura frente a la incertidumbre de ser desalojados.
Muy coherente el secretario de Gobierno municipal, Jorge Pérez, tras invocar la Sentencia SU-016 de 2021, que aborda medidas de amparo para el desalojo en cumplimiento de la resolución 001534 emitida el cinco de julio de 2014, decisión que se supedita a los informes que presenten la Personería Municipal, Defensoría del Pueblo, Procuraduría y el ICBF como entidades que garantizan los derechos humanos.
Leyes mezquinas engendran grandes crímenes, solía acuñar Ouida, pensamiento que ilustra el desalojo de un predio invadido hace 13 años, el cual hoy dispone de edificaciones, locales comerciales, espacios residenciales y construcciones multipropósitos arraigadas en las costumbres e idiosincrasia vallenata, así sean foráneos, inmigrantes y desplazados, es un tema complejo, pero a grandes problemas, grandes soluciones, no importa la magnitud, pero sabido es que la vivienda es un derecho constitucional que en la balanza de equilibrio tiene un peso de vida, y yendo más allá, no deja de ser un componente en las 5 A con las que hace pedagogía Héctor Abad Faciolince, sobre lo que necesita y tiene derecho un hombre para vivir: Aire, Agua, Alimento, Abrigo y Afecto.
‘Ernesto arregla esto’, lema de la campaña del alcalde Ernesto Orozco, quien no puede ser inferior a las circunstancias, y menos al reto de legalizar predios de particulares en los que están asentados colombianos que han migrado de diferentes lugares del territorio nacional, desplazados por la violencia, unos, otros por vivir el sueño vallenato, pero atraídos todos por la necesidad de un techo donde refugiarse y contribuir al desarrollo del buen vividero en que se ha convertido Valledupar por su posición geoestratégica, la magia de un folclor, la hospitalidad de su gente y la mejor agua del mundo.
Las buenas relaciones del gobierno local y regional con el nivel central deberán impactar positivamente en la resolución de un conflicto social acumulado en el tiempo, coyuntura que sabrán capitalizar el alcalde de Valledupar, Ernesto Orozco Durán y la gobernadora del Cesar, Elvia Milena Sanjuán, a la luz de una problemática que necesariamente requiere de la chequera nacional, gestión en la que también deben cerrar filas los congresistas del Cesar.
Llega el mamarracho de las invasiones y no es lo mismo un desalojo en tiempo real que hacerlo al paso del tiempo cuando ya el mal coge cuerpo y las repercusiones en materia de orden público son una bomba de tiempo, tema que despierta polémica en escenarios populares y círculos sociales, por conocer la piedra angular que atine a acatar una decisión judicial de protección del derecho a la propiedad privada, pero sin afectar el bienestar general, apuestas cargadas de hilaridades y conjeturas, dada la vulnerabilidad institucional con relación a invasiones que se han orquestado en momentos preelectorales con la complicidad de esferas gubernamentales.
‘Reza el dicho que Dios le da pan al que no tiene dientes, y al que tiene chapa le da chicharrón’, encrucijada que le toca afrontar al gobierno de turno, y son gajes del oficio, pero por fortuna Ernesto Orozco al frente de Comfacesar diseminó viviendas en Cesar, La Guajira, Magdalena, Sur de Bolívar y los Santanderes, experiencia que le sirve para salir de este berenjenal. No es fácil, pero tampoco imposible.
Por: Miguel Aroca Yepes.