Fueron muchas las rogativas que le hicieron los vallenatos a Santo Ecce Homo, su santo patrón, el pasado lunes. Algunos pidieron por la paz del país, otros por la seguridad de la ciudad y la región, y muchos otros por la situación económica del país y de la ciudad, entre las miles de plegarias particulares.
En efecto, Valledupar es una de las ciudades del país que vive uno de los más altos índices de lo que los técnicos llaman “malestar económico”; índice que combina la sumatoria de la tasa de desempleo y la tasa de inflación. Este fue inventado por el economista norteamericano Arthur Okum, por allá en la década de los setenta y que ha quedado como ejercicio para evaluar la situación de la economía.
Así las cosas, mientras el índice nacional del malestar económico es de 15,48 por ciento, resultado de un desempleo de 11,8 por ciento y una inflación de 3,68%; el mismo indicador para Valledupar es del 16,9 por ciento. Esto ubica a la capital del departamento del Cesar entre las cinco ciudades con la situación económica más complicada: la primera es Cúcuta con el 18,82 por ciento, seguida por Armenia con el 17,72 por ciento, Ibagué con el 17,27 y Quibdó con el 16,69 por ciento.
La situación de Valledupar es producto de múltiples factores, que van desde la desaceleración económica que vive el país, pero también de causas particulares de la región que tienen que ver con la situación de su agricultura y su ganadería y también la migración de miles de personas que vienen de Venezuela.
Por supuesto la salida a la “pelúa”, como se le dice popularmente, pasa por una serie de medidas de carácter económico que involucran al gobierno nacional, a los gobiernos locales, a los empresarios y otros estamentos. La víspera de la realización del Festival de la Leyenda Vallenata constituye una oportunidad de “rebusque” para muchos comerciantes, formales e informales, como también para los músicos, para hoteles y restaurantes, entre otros sectores. Se estima que la fiesta mueve más de cien mil millones que, sin lugar a dudas, son un estímulo importante.
Pero, a mediano y largo plazo, no bastan las rogativas a Santo Ecce Homo, se requieren soluciones más profundas y terrenales. Además de la tarea de los gobiernos locales, con programas que estimulen la inversión, el emprendimiento y la generación de empleo, es importante el apoyo del gobierno nacional, ante la sobreviniente migración venezolana.
Además, desde estas mismas páginas, inclusive en varios Foros, hemos abogado por la recuperación de la agricultura y la ganadería del Cesar que requieren nuevos capitales y tecnologías que permitan modernizarlas y aumentar su productividad, generar más empleo, recursos y bienestar para la región. Reiteramos que lo que no se puede hacer es dejar hacer y dejar pasar y que ese malestar económico de Valledupar y el Cesar se siga agravando y que los responsables de afrontarlo no hagan lo que les corresponde. Valledupar y el Cesar tienen recursos y gente para hacer que las cosas cambien. Ese es el reto que entre todos debemos afrontar.