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El Magnicidio

“Pueblo mío porque te quieres acabar, porque eres ciego no te das cuenta, porque no tratas de recapacitar te está acabando tanta violencia”

Iniciamos esta nota con la transcripción de un aparte de la canción “Mi proclama” de la autoría de Romualdo Brito incluida por Héctor Zuleta y Adanies Díaz en el L.P. titulado “Pico y espuela” en el año 1981, en el que se exhorta a los protagonistas de la violencia a condolerse de las madres que lloraban y los hijos desamparados.

Recuerdo esa canción en este día en virtud de los veinticinco años del Magnicidio de Luis Carlos Galán Sarmiento fecha que no olvido porque fue la noche que sentí más miedo en Barranquilla durante los cinco años que permanecí en esa sabrosa ciudad mientras cursaba mis estudios superiores en la Universidad del Atlántico.

El asunto es que al día siguiente debía regresar a mi casa en Monguí para descansar quince días porque había concluido los cinco años, y debía volver para continuar los exámenes preparatorios pendientes y terminar el trabajo de investigación para poderme graduar; por eso aquella noche, me fui con mi novia, que es mi actual esposa a una tabernita – barata por supuesto – para compartir por los dos motivos, que había terminado y obtenido el máximo puntaje en toda la facultad de Derecho en quinto año, y por mi viaje a disfrutar las cortas vacaciones; el ambiente en el lugar era como siempre acogedor quedaba muy cerca de los Cinemas pero al salir por las calles, no circulaban vehículos ni transitaban civiles, solo habían soldados de la P.M. con cascos de guerra que patrullaban las calles. Intentamos acercarnos dos veces a ellos para preguntar qué pasaba y ninguno nos contestó; lo primero que recordé fue una película que había visto hacia poco en la Universidad sobre el golpe de Estado a Salvador Allende en Chile, inclusive llegue a pensar en que habían derrocado al Presidente Barco; seguimos caminando porque ni pasaban taxis, ni tendría con que pagar porque estaba estricto para el pasaje.

Después de caminar varias cuadras encontramos como diez personas alrededor de una venta de perros calientes y el tipo tenía un radiecito, y todos tenían la oreja pegada oyendo lo que decían en el radio, y fue allí donde alguien nos contó parcialmente lo que estaba sucediendo, que habían herido a Galán, pero no pensé que fuera de gravedad aunque me inquietaba la militarización de la ciudad y hasta me preguntaba ¿Si está herido nada más porqué hay tropas en las calles?, al llegar a la pensión donde vivía me pude enterar de la cruel realidad que todavía estamos padeciendo sus consecuencias.

Su muerte, cuando se decía que estaba muy cerca a ser elegido Presidente, me impactó pero de él tenía la percepción que había cultivado en la Universidad donde se le consideraba como un pechichón del Estado desde sus años de juventud cuando fue designado Ministro de Educación por el Presidente Pastrana, y también se decía que era monotemático y que lo que manejaba a la perfección era un discurso antidrogas que para el estudiantado no era atractivo, pues se consideraba más progresiva a Samper que era uno de los precandidatos, también se comentaba mucho que no había sido clara su solidaridad con Lara Bonilla cuando siendo Ministro de Justicia lo intentaban acorralar unos Narcos.

Hoy tenemos la percepción que tuvo una muerte inmerecida y que de pronto sus buenas intenciones se hubieran reflejado en un buen Gobierno que hubiera evitado que mucha gente tuviera que morir posteriormente en la plenitud de su primavera.

“Te suplico por esas madres que lloran que en su pena y su dolor parten el alma” Romualdo Brito

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Luis Eduardo Acosta Medina: