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El luminoso

Dedicado a nuestros tíos Julio, Emilio, Rafael, Efraín, Graciela, Tirsa, Francisca, Rosalba, Josefa, Emilia y Aura, todos Aponte, 11 sobrevivientes de 32 nacidos

Yo no sé sí Don Pedro Nel y Doña Blasina sabrían lo que significa Luciano, parecen vainas de mi papá, cuando se lo endilgaron al séptimo de sus hijos, pero el nombre fue bien puesto, pues Luciano es “aquel que es luminoso”. Cuando nació, Doña Rosario Baquero de López, su abuela materna, lo vio tan bonito, porque hay muchachos feos al nacer, que lo arropó entre sus brazos y en voz alta le dijo a sus padres “este muchachito es mío y me lo voy a llevar para criarlo”, encontrando aceptación en ellos y se lo llevó con el amplio respaldo de Juancho, el recordado “Cabana”, un tío solterón que volcó todo su cariño en el niño que día a día se ponía más hermoso y demostraba cualidades excepcionales de inteligencia, atención y dulzura acordes con el nombre que ostentaba y que hoy, ya casi, casi, casi, octogenario, todavía con orgullo exhibe, acompañadas de una profesión que fue muy bien escogida, la medicina, para desarrollar la actividad que más le gusta, que es amar y servir a sus congéneres. Por eso no es un hombre “rico en plata”, pero si muy rico en satisfacciones que valen más que todo el oro del mundo.

Ya médico, por influencia de su querido “Tío Chema” mi papá, incursiona en política y como un orador fogoso y elocuente comenzó por lo alto, fue Senador de la República, pero las intrigas, las bajas pasiones, las mentiras y todo ese rosario de cosas mal hechas que adornan la política y envilecen a los políticos, no comulgaban con él, contrariaban el significado de su nombre y colgó los guantes, dedicándose de lleno a ejercer su profesión y a cosechar triunfos y satisfacciones y rápidamente aquí en Valledupar, el único Doctor Aponte en esa época, porque hoy hay más de 100, se abrió paso como un eminente cirujano, salvando vidas, entre ellas las del primo Rafael Escalona, al lado de quien mucho aprendió el Doctor Alcides Martínez Calderón, mí querido tío, quien con cariño paternal le decía “Lucia”; a Alcides Valledupar está en mora de rendirle un homenaje póstumo por los invaluables servicios que prestó en el Hospital Rosario Pumarejo de López y en su consultorio haciendo de médico general, hoy llamados Internistas.

Más tarde y buscando mejores horizontes y un camino más amplio y luminoso, se fue para Bogotá ya casado con Ligia, una bella santandereana que lo ha acompañado con lealtad y mucho cariño que lo cautivó y se lo arrebató a un buen número de vallenatas que lo tenían en la mira y allá levantó a sus hijos, los hizo profesionales y siguió ascendiendo y ejerciendo su profesión con lujo de competencia en su consultorio en la Clínica Santa Fe, ya con sustituto, otro Pedro Nel Aponte Ordoñez, en donde a todo el que llega de esta región le cura sus males o al menos se los disminuye.

Mañana, Colombia, pero especialmente la provincia vallenata le rinde un merecido homenaje académico-social en el Club Valledupar como reconocimiento a sus aportes a la medicina, pero especialmente por sus dotes y atributos de gente bien, que con su familia y amigos no tiene orillas.

La familia Aponte, se siente orgullosa de él y lo pone de ejemplo a todos aquellos que hoy cursan estudios desde primaria, bachillerato, universitarios y especializaciones para que lo imiten y lleguen a la cima tal como él lo hizo.

Felicitaciones “Lucia”, te queremos mucho, especialmente yo y le pedimos a Dios muchos y más triunfos y muchos y más años de vida.
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