Antes de esta había escrito una columna con el título: ‘¿El límite humano, es superable?’, a propósito del covid-19; y la ilustré con dos de los mitos de la cultura clásica de los griegos, el de Sísifo y el de Prometeo encadenado.
En esta me contraigo al límite humano de la medicina, al presente, para curar o prevenir dicho covid-19. Si, el hombre es un ser limitado hasta tanto no pueda liberarse de sus coyundas circunstanciales. De esta, también nos liberaremos, pero seguramente a un precio económico muy alto y a costa de innumerables pérdidas de vidas humanas y quizás cuántas crisis sociales.
En esta columna, y quizá en algunas otras hacia adelante, quiero dejarme llevar de la mano maestra del filósofo español Leonardo Polo Barrera (1926-2013), autor de una obra filosófica que abarca la totalidad del sentido de la vida del hombre sobre la tierra, sus límites, pero también su vocación de trascendencia, cuyos pensamientos comparto.
Hace años, este amigo escribía lo siguiente, como una anotación de carácter universal, pero que ahora viene como anillo al dedo: “El hombre se encuentra hoy en una situación muy problemática. Aunque no sea este un rasgo completamente nuevo, pues el hombre siempre ha tenido que afrontar problemas; quizá la situación actual sea extremadamente difícil, por ser mayor la cantidad e interconexiones de los problemas que salen al paso. No cabe duda de que se han desencadenado muchas amenazas que en cualquier momento pueden transformarse en catástrofes”. Y prosigue así: “Si esto ha ocurrido con mayor o menor intensidad a lo largo de la historia, y el hombre no ha sucumbido, habremos de afirmar que es capaz de solucionar problemas. Muchas veces, y la bibliografía es abundante, se define al hombre como un solucionador de problemas, un ser cuya capacidad de resolverlos es mucho mayor que la de cualquier otro viviente”.
No podemos ocultar la crisis actual ante el grueso problema que nos representa el covid-19. No contamos en la actualidad con los recursos científicos necesarios para combatirlo ni prevenirlo, antes de que sea demasiado tarde y nos haya ocasionado muchos males a nivel mundial de manera tal que afecte notoriamente nuestras estructuras nacionales, jurídicas, económicas y políticas, debilitando nuestro bienestar y las vías del progreso.
Sí, el progreso, porque no se trata solo de perder todo aquello con lo que actualmente contamos para vivir bien -infortunadamente no toda la humanidad, cuestión que ahora se agrava sobremanera- sino que también se verá menguado por un periodo largo, con consecuencias ojalá no tan nefastas para el orden público de los diferentes países.
Por tanto, necesitamos seguir transitando las vías del progreso científico, así sea este limitado, en sus diferentes acepciones. Siempre hemos de interesarnos por el progreso, pero ya sabemos que él, de todos modos, tendrá que contar con el ‘inri’ de la limitación humana.
Este es un tema que continuaré desarrollando…