El coronavirus, cuyo arribo está próximo a cumplir un año de haber sido oficialmente declarado, nos cambió la vida de muchas maneras, no solo nos obligó al confinamiento, a usar tapabocas, a lavarnos las manos con frecuencia, y a evitar las aglomeraciones, entre otras, sino que en la parte lingüística irrumpieron una serie de palabras que con el transcurrir del tiempo ya hacen parte de nuestro vocabulario.
Es así como ahora los noticieros frecuentemente hacen mención de las camas UCI, de los ventiladores mecánicos, de intubación o entubación (ambas son correctas), de comorbilidad, vacuna, pandemia, inmunización y letalidad, en lo que a la ciencia médica se refiere. Pero el asunto no termina ahí, pues gracias a la covid-19, términos que se encontraban en el olvido fueron desempolvados y están siendo usados con mucha frecuencia, entre los cuales podríamos mencionar: Toque de queda, cuarentena estricta, ley seca y comparendos, que nos dejan el agrio sabor a medidas restrictivas de nuestras libertades.
En el campo laboral se pusieron de moda términos como: Teletrabajo o trabajo a distancia, y ni hablar de la tecnología que también hizo su aporte, con términos tales como: conectividad, plataformas digitales, dispositivos, conexión en línea y un largo etcétera.
Empero, lo que nunca hubiéramos imaginado es que con la covid-19 nos degradáramos de tal forma que de enfermos pasamos a contagiados, de pacientes a casos activos, y de seres humanos nos convertimos en rebaño. Sí, así como lo lee. Ahora solo se habla que la meta es inmunizar el rebaño, trato peyorativo y denigrante, que nos rebaja a la condición de animales. No tengo nada en contra del ganado ni en contra de los hatos vacunos, caprinos u ovinos, y confío en que ellos tampoco tengan nada en contra de nosotros. Salvo porque algunas veces el comportamiento irresponsable de algunos grupos de personas que irresponsablemente se aglomeran en fiestas clandestinas, podrían eventualmente hacerlos merecedores de este tratamiento peyorativo, no obstante, no debemos generalizar pues las comparaciones son odiosas.
Muy a pesar que los seres humanos hacemos parte del reino animal, hay otras formas de expresarse, sin que por una parte ofendamos a las reses, y tampoco nosotros resultemos lesionados con la comparación. A este propósito sugerimos la palabra población, que es más sutil y menos ofensiva y cuyo significado según el diccionario de la RAE es: “Conjunto de personas que habitan la Tierra o cualquier división geográfica de ella”. ¿Notan la diferencia?
La frase de cierre: A propósito de las protestas que ha suscitado la construcción al pie del ‘cerro de Cicolac’. Creo pertinente traer a colación esta frase, de autor anónimo, que reza así: “Dios perdona siempre, los hombres a veces, pero la naturaleza jamás”. Es necesario ponderar el impacto que se genera con esa construcción y preservar ante todo el medio ambiente, pues más adelante la naturaleza nos pasará la factura, y cuando ello ocurra, quienes estarán en la escena serán nuestros descendientes. darioarregoces@hotmail.com