“El rugby es un deporte que exige esfuerzo físico, un deporte hecho ‘para hombres’”. Al menos esas eran las palabras que se decían cuando una mujer quería hacer parte de una de las disciplinas más rudas del mundo deportivo.
Sin importar los golpes por las tacleadas y las caídas, sin importar nada, las mujeres han puesto más que inteligencia, ellas han puesto pasión por este deporte.
Para quien ha vivido el rugby de cerca debe saber que esta disciplina combina el placer de haber ganado, con la amargura de la derrota y el dolor de haber dado todo durante un partido completo. Es allí donde las mujeres demuestran que no existe límite alguno a la hora de luchar por lo que se quiere, aunque se vea inalcanzable.
En Valledupar, la práctica del rugby tiene menos de diez años de ser oficial y las mujeres quisieron formar parte de esta disciplina, es por ello que en el 2012, una vez se comenzó con la práctica del rugby en la ciudad, nacieron los equipos Santos Reyes y Lykans. Estos dos clubes eran mixtos, donde las mujeres debían adaptarse a jugar con los hombres, pero las chicas querían tener su espacio, por tal motivo, tiempo después se creó el club Águilas de Acero, equipo que fue fundado en 2012 por un grupo de mujeres que tomaron la vocería para que el género femenino también tuviera participación en las actividades rugbísticas.
Uno de los factores por los cuales el rugby femenino ha llamado la atención, es ver la combinación entre la rudeza y la belleza, ver mujeres de todos los biotipos realizando jugadas a la perfección. Esta amalgama ha logrado que más chicas se interesen por la práctica del deporte en general.
“El hecho de ver a los hombres practicar este deporte, nos llamó mucho la atención, al ser ellos novios y esposos de muchas de jugadoras, era el impulso que necesitaba el rugby femenino. Esa fue una de las causas por las cuales muchas de nosotras quisimos entrar a practicar”, resaltó Gueyli Ariza Morales, quien hace parte de la unidad psicología de la Liga de Rugby del Cesar.
“Como toda mujer nos gusta ganar, nos gusta ir siempre adelante, pero también estamos para compartir y sacar a nuestras jugadoras, a nuestras hermanas hacia a delante. Porque más que un deporte de contacto, el rugby es sinónimo de unión”, dijo Ariza.
Esa sede de victoria y de demostrar que son las mejores, llevó a las rugbistas de Valledupar a participar en el torneo Copa Upar, que se cumple en esta ciudad desde hace siete años y que ha traído competidoras de diferentes partes del país como muestra de que el deporte no conoce de límites ni de géneros.
Sin embargo, uno de los principales problemas que taclea a las rugbistas es la falta de constancia, pues debido a su rol de hogar no pueden estar en la práctica diaria como si lo hacen los hombres normalmente, esto ha hecho que en muchas oportunidades la desmotivación marque un try decisivo.
Un año inolvidable para el rugby femenino de Valledupar fue 2018, cuando las mujeres se robaron el show y clasificaron por primera vez a unas justas nacionales, hecho que demostró el crecimiento de esta disciplina que cada día se ve más desbordado por la calidad deportiva de las mujeres.
Son muchos los deportes en los que hay mujeres que quedaron y quedarán para la historia, si hacemos memoria nos encontraremos con deportistas que dejaron a un lado el estigma de que una mujer es el ‘sexo débil’.
Martha es una de las futbolistas más laureadas de todos los tiempos; la gimnasta Simone Biles, quien tuvo que superar una infancia muy dura para convertirse en una de las mujeres más influyentes en el deporte; y como olvidar a las hermanas Williams (Venus y Serena), quienes son las tenistas más laureadas en los últimos tiempos.
Por su puesto, el rugby no se podía quedar sin tener a una mujer como la más ganadora. Kendra Cocksedge, nacida en Nueva Zelanda, es la jugadora más reconocida en el rugby femenino gracias a sus títulos y personalidad.
Hace rato que las mujeres dejaron de ser ‘el sexo débil’ para estar a la par con los hombres en el deporte.
ROBERT CADAVID / EL PILÓN
robertvalledupar@hotmail.es