Incertidumbre y caos se vive en los actuales momentos en toda la Costa Caribe Colombiana y varios departamentos del interior del país a raíz de la intensa ola invernal que se recrudece día por día, causando devastadores daños y pérdidas de vidas humanas.
Para contrarrestar el fenómeno invernal propio de la naturaleza, en varios entes territoriales se ha diseñado un muro de contención liderado por organismos de socorro como la Cruz Roja, Cuerpo de Bomberos y Defensa Civil.
Por su parte, el Ideam a nivel nacional, viene promoviendo campañas de prevención, alertando a la ciudadanía tomar precaución para evitar desgracias.
Dentro de las recomendaciones cobra importancia el aviso de prevención para que los bañistas tanto de playas, ríos, ciénagas y quebradas estén alertas y cumplan algunas normas de seguridad tras la finalidad de no ser presas fáciles de cualquier desbordamiento de los cuerpos hídricos.
En el sector rural los daños y desastres causados por la recia etapa invernal son incalculables. En este sentido alcaldes, concejales y líderes cívicos informan que los daños producidos por el invierno son de inmensa cuantía y dimensión, razón por la cual han pedido ayuda a los gobernadores y al mismo Presidente de la República para que actúe con prontitud soportado en recursos que permitan hacer frente al desastroso fenómeno invernal.
Bajo estas circunstancias la comunidad solicita se introduzca maquinaria pesada en el sector veredal con el propósito de levantar y apartar el lodo que hace imposible la movilidad de vehículos y personas que a menudo transitan por los abandonados carreteables en toda la provincia.
Estos testimonios dibujan con exactitud la desesperación, preocupación y angustia que viven los campesinos; teniendo en cuenta que muchos productos de pancoger se pierden toda vez que el transporte se hace imposible por las condiciones desastrosas e impenetrables de las vías de acceso hasta los sitios de producción.
Los ganaderos de igual manera expresan su descontento por el hecho de que las lluvias en demasía inundan las tierras planas, dejándolas convertidas en verdaderos lodazales; factor que los obliga a sacar sus pocos animales hasta sectores altos y secos a distancias considerables, lo que se traduce en pérdida de tiempo, trabajo y dinero respectivamente.
Mientras estos hechos acontecen en corregimientos, veredas y municipios del país; en las grandes metrópolis, el precio de la canasta familiar con singular énfasis en los productos del campo, se han elevado en forma alarmante y abismal.
Por las circunstancias que propicia la ola invernal, miles de familias campesinas ruegan al Todopoderoso para que cesen las lluvias. Igualmente, las comunidades asentadas en las ciudades no son la excepción, allí también el invierno se ha convertido en un factor perturbador que desestabiliza la armonía y tranquilidad, especialmente en capitales como Barranquilla, Valledupar, Santa Marta, Cartagena, zonas de Córdoba y Sucre, sur de Bolívar, y otras que con las arremetidas de las aguas embravecidas tienen como cauce las grandes avenidas, lo que ha producido pérdidas de vidas humanas.