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El ingreso vital del trabajador del rebusque en medio del coronavirus

Se ha anunciado por el Gobierno nacional que se mantienen y adicionalmente se anticiparán dineros futuros de los pagos de subsidio de los programas sociales como ‘Familias en acción’, ‘Jóvenes en acción’ y ‘Adulto mayor’, cubriendo a buena parte de la población en condiciones de pobreza en el territorio nacional. Se dice que bajo esas coberturas se llega entre niños y adolescentes, adultos y ancianos, al 20 % de las personas residentes en el país.

Es de impacto ese esfuerzo en subsidios que hace la nación. Sin embargo, se ha mencionado que hay una población que no trabaja y que tampoco está cubierta por esos programas.

Se trata de aquellas personas que viven del rebusque en las calles, buena parte jóvenes ganándose el pan diario, también muchos migrantes. Esos no aparecen siquiera en los datos del llamado Sisbén.

Es posible que esos hagan parte de los jóvenes llamados ‘ninis’, que ni estudian ni trabajan. Se estima que en la capital Valledupar esos se acercarían a los 100 mil. Sabemos que en la ciudad hay unos altos niveles de desempleo de jóvenes aptos para trabajar, cuyo índice es del 25 %. Una bomba social evidente.

El Gobierno ha manifestado que ha activado la búsqueda, en sus bases de datos, de ese grueso de compatriotas y de hermanos patriotas que requieren una mano, manifiesta que los ha cruzado incluso con bases de datos de los teléfonos celulares, un camino mas certero para identificarlos, y pagará una suma a cada beneficiario de $160.000. Un alivio insuficiente que se prevé entregar a 3 millones de personas.

Son vendedores ambulantes y cuasi-estacionarios, mototaxistas, voceadores y carretilleros, limpiavidrios de esquinas, vendedores de fritos en la prima mañana o al final de la tarde, vendedores de tinto, lotería, peluqueros, masajistas, manicuristas, meseros ocasionales, maquilladores de ocasión, trabajadores esteticistas, vendedores de minutos, profesores de gimnasia, reparadores de electrodomésticos, plomeros o electricistas, recicladores no organizados, bulteros, los populares ‘megabolis’ o hasta artistas de calle.

En fin, una amplia gama de oficios que generan en la calle, en el mercado, en cualquier espacio público una oportunidad de ingreso. La mayoría son emprendedores que si tuviesen al alcance un pequeño capital podrían alcanzar un ingreso estable, permanente. Más que una gran formación técnica o académica son ingeniosos, empíricos, de natural inteligencia; la inteligencia que crea la necesidad. Reconocemos en ellos a grandes personas, con buenos principios, – con lamentables excepciones -, cuya humildad no les quita su valor.

En departamentos con alto grado de desempleo como Cesar y Guajira; en municipios con bajas posibilidades de ingreso para la gente, si no se atiende a todo ese grupo de población la bomba social estallará. De ello depende la seguridad, la tranquilidad en barrios y en los poblados rurales. Hay que evitar que la gente pobre, informal, se muera de hambre.

Es esa gente, precisamente, la que se arriesga y arriesga a otros en medio de la cuarentena decretada para frenar el contagio del coronavirus, pero ellos no pueden parar.

Categories: Editorial
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