Por: JACOBO SOLANO CERCHIARO*
Las cárceles son una radiografía viva de las sociedades y en el caso de la Penitenciaria de alta y mediana seguridad de Valledupar, más conocida como La Tramacúa o el infierno de los miserables, sí que lo es.
La situación allí es crítica y se puede comparar con las cárceles más desgraciadas del mundo como, Guantánamo en Cuba, La Sante en París, Pademba Road en Sierra Leona o Black Beach en Guinea Ecuatorial; donde las torturas, palizas y violaciones e incluso las muertes por inanición son comunes.
Aquí, la forma de tortura es la falta de agua que se agudiza con la temperatura, actualmente llega hasta los 42 grados, el calor en su interior es infernal, tanto que ha forzado a algunos internos a coserse la boca, colgarse de las rejas y hasta a tragarse puntillas para que los saquen, algunos días, al hospital, incluso se han registrado suicidios para no tener que padecer los rigores de esta mazmorra implacable, a la que todos los presos de Colombia le temen.
Existen graves denuncias sobre irregularidades y violaciones sistemáticas de los derechos humanos, hacinamiento, plagas, no hay higiene en los alimentos, el entorno es fétido, los internos deben arrojar sus excrementos por rejillas de las celdas, no hay sistema de ventilación.
Son innumerables las quejas que existen, desde su entrada en funcionamiento, alrededor de este centro de reclusión sin alma, construido en el Gobierno de Jhonny Pérez, con un costo superior a los 4,5 millones de dólares de la época y que fue mal planificada, ni si quiera se les ocurrió instalar tanques elevados, en un lugar que no reunía las condiciones topográficas.
El Ministro Germán Vargas Lleras, advirtió que la responsabilidad de la crisis sanitaria que se vive en el reclusorio es tanto de la Gobernación como del contratista que instaló mal los diámetros de la tubería, lo que no permite que llegue el fluido del agua de forma normal, lo extraño es que fincas aledañas, sí cuentan con agua suficiente para desarrollo rural.
Con el pasar de los días crece el problema, que ya ha sido materia de pronunciamientos por parte de autoridades judiciales, civiles y organismos de control sin que hasta el momento se hayan tomado medidas concretas.
Es el momento en que las ONGs humanitarias deben intervenir para obligar al estado a que cumpla con su deber constitucional de brindarles condiciones adecuadas a los 1360 reclusos para su resocialización. Aunque entre ellos se encuentren delincuentes de la peor calaña como Luis Alfredo Garavito, la bestia, quien violó y asesino a 176 niños.
Mientras se pasan la pelota: Alcaldía, Gobernación y Ministerio del interior, la Tramacúa sigue ocasionando problemas para la ciudad, como el traslado de delincuentes, que se traen sus bandas y se dedican a la extorsión y otros delitos conexos. Esperemos que se tomen cartas en el asunto por el bien de la comunidad carcelaria, pero también por la tranquilidad de Valledupar.
*Twitter: @JACOBOSOLANOC