El Eln pone una bomba en el barrio La Macarena, en Bogotá, hiere dos civiles y dos docenas de policías y asesina a otro, Albeiro Garibello, y Santos en su cuenta de twitter lamenta el “incidente”. La expresión entrecomillada es literal.
El ataque terrorista enseña varias cosas. Una, que el Presidente está preso de su afán de conseguir acuerdos con las guerrillas a cualquier costo. Por lo mismo, no importa cuántos policías, soldados o civiles mutile y asesine la guerrilla, él seguirá amarrado a la mesa. Dos, que el lenguaje eufemístico intenta encubrir la naturaleza del atentado de los elenos y trata de disminuir su impacto. Un ataque terrorista es un “incidente” por el mismo motivo por el cual a los secuestros se les llama “retenciones ilegales”.
Tres, y es muchísimo más grave, que si bien el autor del atentado es el Eln, y yo no seré quien deje de acusar a los bandidos que pusieron la bomba, no es menos cierto que Santos mismo es corresponsable de esos heridos y de ese muerto. Explico: en el acuerdo remendado con las Farc se pactó que los ataques contra la Fuerza Pública son “acciones de combate”. Y que los guerrilleros responsables de esas acciones no solo no tendrán que pagar por ellas sino que serán amnistiados e indultados por esos crímenes. Los únicos delitos por los que serán juzgados los guerrilleros de las Farc son los crímenes de lesa humanidad y los crímenes de guerra. Puedo apostar que mutilar y asesinar policías en un atentado terrorista no lo considerará la Justicia Especial de Paz, ese engendro creado junto con las Farc, ni como unos ni como los otros.
Como el Eln sabe que, como mínimo, obtendrá lo mismo que las Farc y sabe también que no tendrá ningún costo atentar contra la Fuerza Pública. El Eln tiene plena conciencia de que sus acciones no tendrán ninguna consecuencia adversa. El pacto con las Farc es una garantía futura de impunidad. En consecuencia, lo pactado con las Farc es un incentivo para la violencia elena.
Para rematar, el Eln sabe ya que Santos es implacable y perseguidor con sus opositores políticos y con quienes lo criticamos, pero blando y suavecito con quienes están armados y tienen por tradición asesinar. El Eln conoce que no se levanta de la mesa. Ha probado que cede frente a la presión. Tiene, por tanto, un incentivo más para aumentar la violencia criminal como un mecanismo para debilitar la voluntad presidencial.
Por otro lado, la Fuerza Pública no tiene ningún incentivo para ejercer la fuerza legítima del Estado y la moral de combate anda por el piso.
En la medida en que Santos es el responsable de una cosa y de la otra, es también corresponsable de los heridos y muertos de este atentado y de los varios soldados asesinados por la guerrilla en los dos últimos meses. Y de los que vienen.