Morgan Simon es una economista estadounidense que lleva 17 años de experiencia en el campo de las finanzas. Considera que la inversión de impacto, es la práctica de invertir no solo para lucrarse, sino también para lograr un beneficio social directamente en las comunidades ‘es la tendencia billonaria que la mayoría de la gente desconoce’, afirma.
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A lo largo de su trayectoria ha llegado a la conclusión que la inversión de impacto es para todos, no solo para los ricos.
“Las personas están aprendiendo que el consumo consciente no solo significa saber de dónde sale el café o los huevos que compramos, sino también saber dónde pasa la noche nuestro dinero. Toda persona que tenga una cuenta de banco es un inversor y participa de forma implícita en la economía mundial”, sostiene Simon.
Cree que todos pueden ayudar a crear un mundo más justo y equitativo asegurando que los activos de cada persona están alineados con los valores.
“Hay que pensar dónde hacemos nuestras transacciones bancarias, dónde ahorramos y dónde invertimos. No basta con cumplir con algún requisito de ayuda social; tenemos que convertirnos en consumidores vigilantes de la inversión de impacto y asegurarnos de que los productos no fomenten el extractivismo y que tengan un impacto real. Los esfuerzos individuales, como cambiar el dinero de lugar, sí hacen la diferencia“, dijo.
No obstante, considera que para aquellos que quieren influir más en el cambio sistémico, hay dos caminos posibles: uno puede establecer sin fines de lucro para generar recaudos que suplementen los ingresos de subvenciones escasas, y aprender a cómo rendir cuentas por las inversiones, según sus resultados sociales.
En el libro explica que la inversión de impacto se está preparando para crecer rápidamente, y que actualmente la mayoría de las instituciones financieras la ofrecen y la mayoría de los inversores conocedores, como los fondos de pensiones, los individuos de grandes recursos, las corporaciones y las fundaciones están tomando factores ambientales, sociales y de gobernanza la están tomando en cuenta a la hora de tomar decisiones.
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“Sin embargo, estoy convencida que sí únicamente las instituciones financieras están envueltas en decisiones sobre lo que es socialmente responsable, estaríamos acallando las voces de los que tienen más que ganar o perder de estas conversaciones como las de las comunidades que están directamente afectadas por las inversiones que se hacen. Tengamos en mente que la definición de impacto en el diccionario Merriam-Webster, en inglés, es “afectar, especialmente por la fuerza”. Ya sea o no que el impacto es, al final, positivo para los humanos, imperfectos como lo somos, tenemos que como inversores y emprendedores asegurarnos de que prestamos mucha atención en cuanto a lo que de verdad necesitan las comunidades”, refiere la especialista.
Puntualiza al decir que cualquiera con una cuenta de banco es un inversionista -aunque no se considere tal- y es fundamental que todos sean parte de este ejercicio de escuchar con atención para asegurarse en qué lugares invierten el dinero y que esto se reflejen en valores.
“No basta con decir que queremos invertir en proyectos sociales; tenemos que estar verdaderamente atentos”, refirió Morgan Simon.