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El impacto de la dictadura venezolana en Valledupar

Antes de las elecciones del pasado 28 de junio, Venezuela ya era el tema que se escuchaba y se leía en todas partes, en las calles, en las redes, noticieros, radio, en el trabajo, incluso en nuestras casas; todos analizaban los posibles resultados de una contienda que tenía con taquicardia a toda América.

Maduro incuestionablemente es un tirano, su gobierno no ofrece respuestas a la larga lista de reclamos de sus gobernados, la crisis migratoria se ha incrementado a niveles inéditos y amenaza con seguir creciendo, sólo en Colombia este fenómeno mantiene en nuestro país más de dos millones de venezolanos y muchos toman este país como un punto de escala para continuar a otras naciones del continente. Las ganas de alejarse del régimen alimenta la valentía para cruzar el temido Darién y buscar tierras más elevadas.

Claramente los herederos de Chávez, entre ellos Nicolás, Diosdado, Padrino, los hermanos Rodríguez, Amoroso, Saab y un extenso etc., sufren un desgaste que se explica desde el descontento e insatisfacción popular. Es por eso que una figura como Edmundo González, un señor septuagenario, escritor e internacionalista, prácticamente desconocido para las nuevas generaciones, sin la fuerza para promover un contundente movimiento político, logró acumular el respaldo necesario para enfrentar al poderoso régimen; pero el motor de toda esta carrera tiene nombre y es María Corina Machado, después de ser inhabilitada, cosa que se esperaba, se propuso buscar la persona que representara esa oposición auténtica cansada de promesas de diálogos que no conducen a nada, sólo a darle más tiempo y oxígeno a un grupo que secuestró al Estado y tiene todas las instituciones sometidas y arrodilladas.

En Valledupar sentimos con fuerza los efectos de la situación política de Venezuela, la población venezolana aceleró el crecimiento demográfico de esta ciudad, siendo la salud el primer sector que debe forzar su capacidad de atención para ese número de nuevos habitantes que llegaron buscando refugio.
Tan sólo en el 2022 se realizó campaña para afiliar por lo menos cinco mil migrantes venezolanos al Sistema General de Seguridad Social, de hecho, una de las grandes deudas que se ha reclamado para recuperar el Hospital Rosario Pumarejo de López ha sido la que corresponde a servicios de atención a migrantes venezolanos que en el 2023 se registraba en una suma aproximada de 33.000 millones de pesos.

Pero no sólo en el sector salud se siente el impacto del movimiento migratorio, también en el sector de educación, porque como todos, los venezolanos instalados en Valledupar exigen la satisfacción de sus necesidades, en todos los temas y el Estado debe estar dispuesto a resolverlos sin discriminación y sin demora; en ese sentido es normal ver padres de familia procedentes de Venezuela buscando cupos en colegios públicos de Valledupar para sus hijos, se estima que la Secretaría de Educación municipal atiende entre 20 a 60 personas diarias con la esperanza de que su hijo ingrese al sistema educativo, muchos de esos padres son venezolanos, pero además se han adelantado jornadas de regularización para determinar el número exacto de niños en las aulas de colegios vallenatos.

El Cesar cuenta con 47.500 venezolanos según informes oficiales, de estos, la mayor concentración se encuentra en el Área Metropolitana de Valledupar agrupando esta capital y el municipio de Codazzi el mayor número con un 83 % de venezolanos que tratan de sobrevivir en este país.

Por eso lo que ocurre en Venezuela debe ser de gran preocupación para nosotros, cada día que se aleja una solución a los problemas de nuestro vecino, se mantendrán las campañas migratorias y Valledupar recibirá como toda ciudad fronteriza ese impacto obligando al diseño de políticas para la atención de esa población a la que no podemos cerrarles las puertas.

Por Carlos Andrés Añez Maestre

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