El terreno que se había ganado en la lucha contra el tabaquismo, al lograr espacios libres de humo y una disminución del consumo, se está perdiendo con la nueva generación de jóvenes (12 a 16 años) que volvieron a usar el cigarrillo para ganar estatus en su entorno. Las dos generaciones que le antecedieron a esta son hoy adultos, en un alto porcentaje, menos consumidores de cigarrillo.
Publicaciones especializadas aseguran que mientras menos del 20 por ciento de los adultos fuman, en menos de una década el consumo de cigarrillos en adolecentes pasó del ocho al 29 por ciento, situación que preocupa porque esto significa que aunque se hacen esfuerzos para disminuir el problema en adultos, poco atención le prestan a los adolescentes.
Sin embargo, la realidad de hoy es diferente. El cigarrillo, junto a las drogas sicoactivas y el alcohol se han convertido en el epicentro de las reuniones, fiestas e integraciones juveniles. En los parques de Valledupar esa realidad se observa todos los días, por citar solo un ejemplo que puede tomarse como una radiografía de lo que sucede entre la juventud.
Las campañas que ayuden a que los jóvenes tomen mayor conciencia del daño que produce el cigarrillo y el que le causan a las personas cercanas, convertidas en fumadores pasivos, son pocas. Muchos padres de familia desconocen lo que sus hijos hacen cuando salen del colegio y las autoridades de salud de manera esporádica motivan y promueven campañas enfocadas a llamar la atención de jóvenes, padres y docentes.
Los epidemiólogos y expertos en el tema han asegurado en reiteradas ocasiones que este es un problema de salud pública que debe ser atendido todo el año y no solo el 31 de mayo cuando se conmemora el Día Mundial del Tabaco. Las cifras son aterradoras y estas son las que hay que recalcar para que vean la cruel realidad. En Colombia son diagnosticados cada año, en promedio, 4.800 casos de cáncer de pulmón y de estos aproximadamente 4.600 mueren en el primer año de lucha contra la enfermedad. Pero el escenario es mucho más fatídico con las cifra del Instituto de Evaluación de Tecnologías de la Salud (IETS), que en un estudio determinó que en el año 2013 se presentaron 26.460 muertes atribuidas al consumo de tabaco, lo que significa un promedio de 72 fallecimientos por día en Colombia.
Este es un mal que aqueja a todo el mundo. La Organización Mundial de la Salud –OMS- este año hizo un llamado a los gobiernos a aumentar los impuestos al cigarrillo para disminuir su consumo. Petición difícil de lograr en Colombia, donde el contrabando le hace un gran aporte a esta epidemia, que en departamentos como el Cesar, donde entra contrabando a granel, se consigue una cajetilla de cigarrillos a bajo precio en comparación con la que venden de manera legal. Cualquier joven con 1.200 pesos puede comprar cigarrillos sin ninguna restricción. Así la batalla es más dura.
EL PILÓN se une al llamado que hizo la OMS a los gobiernos: si no se hace algo ahora, en el 2030 el tabaco matará a ocho millones de personas cada año, incluyendo las fumadoras pasivas, cifra que hoy está en seis millones.