A propósito del Día de la Mujer, escribió la secretaria ejecutiva de la CEPAL, Alicia Bárcena, que en dicha entidad se tiene “la convicción de que la desigualdad de género además de ser injusta, es profundamente ineficiente, es un obstáculo que conspira para alcanzar el desarrollo sostenible”. Como advierte ella misma esa es la realidad palpable en Latinoamérica y el Caribe y Colombia no escapa a ella.
Como lo sostiene la directora ejecutiva de la CEPAL, en esta región la pobreza tiene rostro de mujer, ya que por cada 100 hombres pobres se cuentan 118 mujeres en la misma condición.
Y de contera, la mujer se ve afectada además por la brecha salarial adversa que bordea en promedio el 16.1% y en las zonas rurales de Colombia alcanza el 45% (¡!).
Y en cuanto al desempleo, este afecta mucho más a la mujer, habida cuenta que, según el DANE, mientras el desempleo entre los hombres es del 9.8% entre las mujeres casi duplica dicha proporción con el 16.9%.
Y ello ocurre pese a que la igualdad de género y la eliminación de todas las formas de discriminación contra la mujer hacen parte de los derechos fundamentales y de los valores que ampara y promueve las Naciones Unidas.
De allí su lema para la conmemoración del día de la mujer este año: “Pensemos en igualdad, construyamos con inteligencia, innovemos para el cambio”.
Pero, en América Latina, peor que la discriminación que sigue sufriendo la mujer, a pesar de algunos avances en la reivindicación de sus derechos, es el flagelo del feminicidio, que atenta contra el sagrado derecho a la vida. Como lo afirma Alicia Bárcena, “el feminicidio es la expresión más extrema de violencia contra las mujeres.
Ni la tipificación del delito, ni su visualización estadística han sido suficientes para erradicar este flagelo que nos alarma y horroriza cada día”.
Según la CEPAL, en 2016 fueron asesinadas 1.971 mujeres en solo 17 países de América Latina y en el 2017 en 19 países 2.795. En el caso específico de Colombia este fenómeno tan execrable ha venido in crescendo.
Es así como en el transcurso del año 2015 se registraron 100 víctimas fatales, en el año 2016 122 y en el 2017 alcanzó la cifra de160, a los que se le vinieron a sumar 142 casos más en el grado de tentativa.
Esta horripilante modalidad delictual se ha venido dando a contrapelo de lo prescrito por las normas internacionales de derechos humanos, que le impone a los estados la obligación de condenar todas las formas de violencia contra la mujer.
También la Convención Interamericana para prevenir, sancionar y erradicar toda forma de violencia contra la mujer vela por su estricto cumplimiento.
Pero las escalofriantes estadísticas, que no engañan, dan cuenta del número de víctimas fatales del feminicidio indican claramente que esta racha trágica sigue cobrando más y más vidas entre las féminas.