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El hogar como sitio de conflictos

Las relaciones armónicas entre los cónyuges, o armonía conyugal, son el lazo principal que une a la familia, donde los roles de cada esposo se desempeñan normalmente puede dar salida a problemas que se derivan de malos tratos entre parejas, padres e hijos, de compañeros a compañeras y de concubinas e hijos. Cuando estos lazos entre esposos se rompen, la familia se desintegra, la relación se rompe. La relación entre esposos es recíproca ya que involucra el rol de cada persona en relación con la otra, que al debilitarse dan inicio al proceso de ruptura del núcleo familiar.

La diferencia de conducta padre e hijos se considera normal durante el periodo de adolescencia del menor hasta el logro de su emancipación. La mayoría de veces la situación conflictiva se presenta cuando las intervenciones del padre son una imposición que trata de inferiorizar la personalidad organizada que sirve de marco de referencia a sus hijos.  El aspecto de los padres que se niegan a recibir al menor en el hogar tiene causas diferentes, entre otras, castigar al menor por no contribuir económicamente con los gastos de la casa, fenómeno que también surge por la actitud de representar una vergüenza o deshonra para sus padres.

Se analiza una fase de descomposición familiar caracterizada por abandonos ocasionales, transitorios o temporales por parte de los padres o de los hijos al no suministrar el jefe del hogar el dinero que se requiere.

 Los padres en muchas ocasiones no son responsables de las obligaciones respecto al suministro de alimentos; por cuenta del alarmante desempleo, hace que estas obligaciones no se puedan cumplir ni cubrir la más mínima subsistencia. En otras ocasiones el trabajo de la madre conlleva a que el marido deje a un lado sus obligaciones y responsabilidades.

Aquí podemos observar que el rol paterno no se cumple y, en la mayoría de las veces, lo tiene que desempeñar la madre. Existe respecto a los valores recreativos, por parte del marido, la actitud de satisfacer estas necesidades no en su hogar sino fuera de este. El hogar es un sitio de conflictos, no de convivencia. En muchos casos, la recreación es individual y se desarrolla con personas extrañas al grupo familiar, no con sus integrantes.

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Alvaro Zuleta: