Antes de iniciar la jornada, uno de los líderes se encarga de repetir las reglas de seguridad. “No olviden: no se deben pilotar más de dos o tres aviones en la pista y por supuesto no aterrizar mientras hayan personas en ella. Esto es por seguridad”, señala en voz alta uno de los más experimentados con el propósito que las casi cincuenta personas presentes en la remodelada pista lo escuchen. Los pilotos van acompañados de sus familias.
Es un domingo soleado y con poca brisa en La Paz, perfecto para que los aficionados del aeromodelismo empiecen la segunda jornada del primer encuentro de esta disciplina que se realiza en el Cesar.
“Es como volar un avión con los pies en la tierra”, explica Raúl Fierro, experimentado y promotor del aeromodelismo en el departamento. Los aficionados de construir, reparar y volar aviones a control remoto están organizados en los ‘Tucanes de Valledupar’.
“Es una actividad que realizamos los fines de semana. Todos los domingos nos reunimos un grupo de amigos que nos gusta la adrenalina, volar aviones a control remoto, todo el proceso, armándolos, construyéndolos y volando” señala Miguel Villazón, participante y aficionado de la disciplina.
Pero este encuentro es especial. A los tradicionales amigos que se reúnen los fines de semana se unieron devotos de Cali, Cartagena, Barranquilla y de La Guajira. Todos comparten la misma religión por los aviones a control remoto.
SE GOZA, SUFRE Y APRENDE
Varios llevan más de 20 años volando aviones y helicópteros a control remoto en muchas pistas del país. En La Paz recién se abrió la pista del hipódromo San Francisco, gracias a la gestión de uno de los integrantes. Con recursos propios la adecuaron con las señalizaciones necesarias para el despegue y aterrizaje.
“El hobbie empezó hace unos 30 años que nos reuníamos un grupo de amigos en un potrero que hicimos pista. La verdad esto es algo que nos da mucha satisfacción, pero claro, exige tiempo, dedicación y mucha concentración volando, porque es como volar un avión, la seguridad y los procedimientos son los mismos”, señala un emocionado Raúl Fierro.
La jornada es histórica y por eso no está exenta de accidentes. La magia de ver pequeños aviones en el aire dando giros con la libertad similar a la de los pájaros, también representa riesgos. Cuando se pierde el control, el motor, la batería o el piloto fallan el resultado también se asemeja a la realidad, solo que sin víctimas fatales: la destrucción del avión.
Fue el caso de la aeronave de Miguel Villazón, quien no pudo evitar la destrucción de toda la parte delantera de su avión de aproximadamente un metro de largo y ancho. Fin de la jornada para el aficionado piloto que entre bromas y desconcierto por el accidente no oculta la tristeza.
Pero, ¿cómo nace el amor por una disciplina que requiere tiempo, dinero y concentración y que el más milimétrico error cuesta meses de trabajo? Según Alexander Arzuaga, se lleva en la sangre.
“Uno siempre tiene la inquietud con los aviones. Cuando los ves quieres pilotar uno, cuando ves un documental de aviones te quedas embobado, cómo una maravilla hecha por el hombre tiene esa capacidad de volar, de desplazarse y hacer maniobras”, agrega Arzuaga, que no esconde una principiante emoción pese a que lleva más de nueve años practicando este hobbie.
Pero también hay novatos en el encuentro. No obstante, los nuevos cuentan con la suerte de tener instructores que los capacitan mientras aprenden a pilotar las pequeñas máquinas que se mueven, en su mayoría, a base de gasolina.
“Tienen suerte porque a nosotros nos tocó aprender de los accidentes, todos los fines de semana estrellábamos uno. Ahora hay mandos con control dirigido para que en poco tiempo aprendan”, agrega entre risas Arzuaga.
COMPLEJIDAD DE VOLAR
La fase del prevuelo marca el éxito del vuelo. Por eso antes se hace una detallada y larga revisión de cada una de las aletas, el motor, el flujo de combustible. Todo debe estar bien, ante cualquier anormalidad es preferible cancelar el despegue.
“Las aeronaves se desplazan con toda la complejidad de una de verdad, por eso requiere de concentración, el equipo en óptimas condiciones y que el ambiente sea favorable”, agregó Arzuaga.
Al final del domingo, luego de una jornada completa, entre un asado familiar y compartir experiencias, la satisfacción es grande porque el aeromodelismo toma vuelo en Valledupar.
¿Los accidentes? Solo sirven de excusa para seguir hablando de los aviones luego del fin de semana.
DEIVIS CARO / EL PILÓN
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