El hijo, también piloto, del capitán Leonardi, un aviador de fumigación agrícola, establecido en la zona de Codazzi, divisó en un cerro de la Serranía de Perijá el avión de TAC. Eso dice Álvaro Dangond Lacouture, a sus ochenta años, en una entrevista exclusiva desde Miami para EL PILÓN.
¿Cómo era el avión?
Era un turbo-hélice como de 25 o 30 pasajeros, del que no quedó ni el fuselaje. Lo encontró en una avioneta Pony el capitán Leonardi, en realidad el que lo vio fue su hijo. El contraste del sol sobre la sierra y las latas de la aeronave produjeron como un encandilamiento.
¿Cuál fue su papel cuando se empezó la búsqueda del avión?
Yo era el alcalde de Codazzi, siendo gobernador Manuel Germán Cuello, y había que buscar en Perijá, antes de Valledupar, el avión. Codazzi era el municipio más importante sobre Perijá. Tenía, además, las empresas de aviación de aplicación de plaguicidas por su pujanza agrícola. El gobernador me tenía una gran confianza, me comisionó a mí para que por tierra y aire buscara ese avión, hablando con los campesinos y con los aviadores.
¿Fue dura esa búsqueda? Se iba a dar por perdido el avión.
Sí, claro. Y después de avistarlo fue la dificultad para llegar. De ahí surgió la idea errada de que se iba a declarar como un camposanto. Porque también se dijo que había explotado todo y se habían calcinado los cuerpos, pero nosotros estábamos en la tarea.
A mí el gobernador me puso con el Ejército un helicóptero. No puedo narrar con facilidad cuándo pudimos aterrizar y ver eso. En la cabina incrustada y destruida sobre la tierra quedó solo el copiloto, de resto todo terrible, una cabinera destrozada en 3 pedazos, el piloto quedó atrás, el fuselaje no se veía.
¿Tal vez no había material explosivo en la carga?
No. Imagínese que casi toda la carga, fuera de las maletas, eran unas llantas de motocicletas nuevas, una mercancía grande que se llevaba para Valledupar y había llantas dispersas por todos los abismos de ese sector, que no resultó ser jurisdicción de Codazzi sino de lo que hoy es La Jagua de Ibirico.
La Jagua era entonces del municipio de Chiriguaná…
Sí, pero lo manejamos desde Codazzi. La región de acceso por tierra hacia el cerro, que después supimos era llamado Cerro Azul, no era algodonera sino que había mucho arroz y sorgo.
¿Y cómo llegó Leonardi a Codazzi?
Era italiano. Allá llegaron también aviadores alemanes por la guerra mundial. Eran pilotos expertos, las fumigaciones eran aéreas. Se establecieron empresas como Cayta.
¿Qué impresión le dejó eso?
Terrible. Ahí murieron personas amigas como Ariza Cotes, de La Paz, y yo había nacido en La Paz porque allá operaba la sede central de la zona de carreteras, y mi padre, Silvestre Dangond Daza, ingeniero civil de Villanueva, dirigió en los años 30 y 40 la construcción de carreteras de La Guajira y el norte del Cesar.
Yo volaba a Bogotá porque mi papá estudió en Bogotá con Abelardo Forero, que entonces era el ministro de Gobierno del presidente Misael Pastrana, y me tenía estimación. Entonces el gobernador me mandaba a hacer vueltas y gestiones ante el Gobierno nacional. Tocaba viajar y viajar, entonces fue muy doloroso e impactante en esa época para todos.