Lot Villazón ha encarnado la inconformidad de un sector de su pueblo y ha liderado una lucha contra el cabildo gobernador Jaime Arias, quien hace más dos décadas maneja los destinos de la comunidad kankuama, en la zona norte de Valledupar, estribaciones de la Sierra Nevada de Santa Marta.
Villazón es un declarado líder de la oposición a Arias, el pasado 21 de enero se autoproclamó cabildo Chiskuinya. Denuncia la existencia de un régimen que solo ha favorecido a unos pocos, mientras que la mayoría del pueblo, según sus declaraciones, está pasando graves necesidades que lo alejan de condiciones dignas para un desarrollo sostenible.
Indudablemente hay un considerable grupo de indígenas que respalda las posturas políticas del líder de la oposición, así quedó demostrado el pasado lunes y martes con la protesta en las que kankuamos bloquearon en el corregimiento de Río Seco la vía hacia su resguardo y el sur de La Guajira. Logró sentarse con la directora de Asuntos Indígenas del Ministerio del Interior, Hilduara Barliza, pero todavía no hay vía libre para reconocerlo como cabildo y hace dar parte de victoria a su lucha independentista.
Él reclama un cambio de Gobierno, argumenta que las inversiones en el resguardo no son equitativas y que las decisiones del actual cabildo han privado a los kankuamos de una mejor calidad de vida. El modelo educativo tradicional y la negación a la instalación de las redes de gas domiciliario, entre otros aspectos, impulsaron a Villazón a declararse en oposición desde hace 10 años.
En la otra orilla, con el poder, está Jaime Arias, quien a pesar de las acusaciones puede demostrar que no impone ningún régimen y que ha sido su comunidad la que lo ha reelegido como cabildo debido a su liderazgo.
Arias rechaza la propuesta de dividir el resguardo kankuamo en dos, dice que es ilegítimo el reconocimiento que busca la oposición para instaurar el resguardo Chiskuinya, del cual Lot Villazón sería su cabildo gobernador. Aunque él sabe que el objetivo principal de quienes no están de acuerdo con sus dos décadas de mandato no es la división territorial, sino que él no siga en el poder.
Guardando las proporciones, encontramos cierta analogía entre la situación del resguardo kankuamo y la de Venezuela, donde también hay dos líderes enfrentados por el poder; uno reconocido por la constitución y la ley, con una fuerte oposición, y otro que está muy cerca del poder con el apoyo del pueblo, pero hay aspectos jurídicos y políticos que le dificultan el proceso.
Más allá del grupo político que resulte vencedor, lo que esperamos que pase tanto en Venezuela como en el resguardo Kankuamo es una mejoría sustancial de las condiciones y calidad de vida del pueblo, que se respeten los derechos humanos, que se imponga la democracia y haya un manejo transparente de los recursos públicos por parte de quienes ostenten el poder.