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El gran Festival

Álvaro Miranda Becerra

En un ardiente pueblo del cesar crecía Matías, un niño de cara inocente, gustaba jugar canicas con sus amigos, soñaba con ver el festival, ya que recordaba que en abril montaba el burro de su padre andando por la calurosa sabana para llegar donde su abuelo, él que tenía un viejo radio casi obsoleto en el cual solía escuchar vallenato natural, pero al oír la emisora siempre escuchaba hablar de un festival.

Intrigado pregunta Matías; ¿abuelo que es el festival? -Hijo es una fiesta de Valledupar donde la danza, la música y el folclor prosperan como flor; – dijo el abuelo con fervor, Matías preguntó; – ¿podemos ir al festival? -Claro, pero para la próxima será; – dijo el abuelo un poco pesaroso.

Pasó un año y Matías se puso un sombrero y su mejor pinta, pues acampanaría a su abuelo. Inició el recorrido por una serpiente, aplastada y de color negro. Preguntó Matías; – ¿Dónde vamos abuelo? -quiero que conozcas el festival.

Llegaron a Valledupar, Matías empezó a escuchar las más bellas notas de acordeón rebosando de alegrías. Su abuelo lo tomo de la mano y dijo; – ya llega el desfile de las piloneras. casi pierde el aliento y su corazón latía nunca había visto algo igual, el sonido de tambores alegres se escuchaban a lo lejos, allí hombres y mujeres se engalanaban con vestidos de colores, su danza era un acto glorioso , pasó un rato y él no se percató que no veía a su abuelo, apresurado perdió toda alegría y lo que era dicha en temor se volvió , gotas de desdicha salían de sus ojos, tomó un impulso de coraje y salió del letargo buscando presuroso a su abuelo, y todos allí reunidos menor atención le prestaban, como en un rio de muertos alegres el sentía que se ahogaba.

Cuando él pensó que todo ya perdido estaba una mano su hombro tocaba, era un tacto conocido, su abuelo quien le decía; -todo está bien, ya paso; consolándolo – la próxima vez no corras, quédate donde estas y así te podré encontrar; dijo su abuelo. Pues así terminó esta trágica función y de repente todo el festival su brillo recobró, el niño y su abuelo juntos de la mano volvieron a casa sanos y salvo.

AUTOR: ÁLVARO JOSÉ MIRANDA BECERRA – I. E. RICARDO GONZÁLEZ

Periodista: