Con ocasión del anuncio de la Agencia Nacional de Minería, que ampliará con dos nuevos proyectos de exploración de cobre, más de 10.000 hectáreas en la zona de San Diego, la búsqueda de compañías inversionistas, apuesta que el Gobierno colombiano hace por el importante mineral – en la estrategia de Rondas Mineras-, nos surge la necesidad de dar a conocer qué se avizora para la región, de qué mineral se trata y qué oportunidades hay. Habrá más adelante momentos para señalar qué problemas, posibles afectaciones o conflictos podrían presentarse también.
Nos servimos hoy de lo que aseguran los analistas de riesgo sectorial Katerin Galindo y Sergio Guzmán en el portal especializado theglobalamericans.org : “El cobre es el tercer metal más utilizado en el mundo y, según Goldman Sachs, la demanda de cobre podría duplicarse para 2030. Actualmente, el mundo no produce suficiente cobre para satisfacer la demanda, lo que sugiere una escasez a mediano plazo. Chile y Perú son los mayores productores de cobre del mundo, mientras que Colombia ocupa el puesto 42. Además de apoyar al sector de las energías renovables, el cobre juega un papel importante en la infraestructura, como material de construcción, y en la industria automotriz, como componente de las baterías para vehículos eléctricos. Impulsar la minería del cobre no solo aceleraría la transición energética de Colombia, sino que también le permitiría al país convertirse en proveedor del mercado de metales en Asia, Estados Unidos y Europa (…)
El carbón ha sido históricamente la principal exportación minera de Colombia. Sin embargo, la caída en la demanda de carbón y el impulso de la descarbonización en grandes mercados, como Europa, es un testimonio de que el carbón colombiano está en su acto final. El cobre reemplazará al carbón como la exportación minera estrella de Colombia”.
Estimamos que ese “acto final” será de varias décadas pero paralelamente se irán abriendo otras diferentes minas.
“Como lo vemos, Colombia tiene dos opciones en el mediano plazo: producir cobre o comprarlo en el mercado internacional. Producir cobre permitiría a Colombia también ascender en la cadena de valor a través de la industrialización del cobre en baterías y otros componentes clave para la transición energética. El desarrollo de productos de valor agregado traería diferentes beneficios, como inversión extranjera, creación de empleo y aumento de la competitividad. Esto también permitiría a Colombia aprovechar el deseo de EE. UU. de realizar operaciones de proximidad en industrias clave. Alternativamente, Colombia inevitablemente se encontrará comprando cobre transformado más caro en los productos terminados que importa, incluyendo turbinas eólicas, vehículos eléctricos y aparatos electrónicos.
La respuesta parece clara, pero es una pregunta que el país debe hacerse con sinceridad. ¿Aprovechará Colombia sus abundantes reservas de cobre o dejará pasar la oportunidad?”, concluyen los analistas.