“Cuando la tormenta pase y se amansen los caminos y seamos sobrevivientes de un naufragio colectivo. Con el corazón lloroso y el destino bendecido, nos sentiremos dichosos, tan solo por estar vivos. Y le daremos un abrazo al primer desconocido y alabaremos la suerte de conservar un amigo. Y entonces recordaremos todo aquello que perdimos, y de una vez aprenderemos, todo lo que no aprendimos. Ya no tendremos envidia, pues todos habrán sufrido. Ya no tendremos desidia, seremos más compasivos. Valdrá más lo que es de todos, que lo jamás conseguido. Seremos más generosos y mucho más comprometidos”.
Este fragmento del poema “Esperanza” escrito al parecer en nuestros tiempos por el humorista cubano Alexis Valdés Gutiérrez, ha tomado una importancia inusitada, toda vez que, según los medios y redes sociales, el Papa Francisco le llamó telefónicamente para pedirle permiso y poder incluir el texto en su próximo libro, el cual estará en el mundo literario en el mes de diciembre. Sin embargo, esas mismas redes establecen que el poema aparece en “La historia de Iza” por allá en el año 1869 hace 151 años con la firma de Grace Ramsay, seudónimo de Katleen O´Meara escritora y biógrafa católica, irlandesa-francesa.
Sobre esta versión existe también una duda al salir una supuesta nueva autora: Kitty O´Meara, una maestra Estadounidense, asistente espiritual en hospitales y hospicios de ese país, hechos humanitarios que al parecer le han inspirado para escribir este hermoso texto en esta caótica época del coronavirus.
También se le atribuye su originalidad al poeta uruguayo Mario Benedetti, con el nombre “Cuando la tormenta pase” pero más allá de la intención de ratificar quien es el autor, los elementos, en este caso los registros escritos de hace más de 150 años serían una prueba fehaciente que describe exactamente el contenido al cual el Papa le quiere hacer referencia para incluirlo en su libro sobre los comentarios del covid-19, amanecerá y veremos.
La esperanza de cambio es discutible, los hechos históricos nos hablan de grandes pandemias y de millones de muertos, para entonces también se hablaba de la intención de cambio del ser humano de ayer; aprender de los errores cometidos y de darse una segunda oportunidad. Pero si revisamos los hechos actuales, en concordancia con aquellos flagelos, la idea es que hoy manejáramos una pulcritud espiritual que no se ve por ninguna parte.
La misma forma irresponsable de antes de asumir las consecuencias de una pandemia, desarrollada por manos criminales, sabrá esas mismas manos la intención. Esperamos el cambio de los demás, y nos pasamos por encima del más débil sin consideración; es decir, ¿la responsabilidad del cambio es del vecino? ¿En dónde encontramos y ubicamos mi compromiso?
Seguimos sumidos en una corrupción profunda y señalándonos unos a otros. No creemos en ningún elemento que nos convide a esa paz que tanto añoramos porque la verdad la manejamos a un absoluto criterio personal. Lo evidenciamos incluso en el tema del poema. Ojalá cuando la tormenta pase, nos llegue la esperanza. Sólo Eso.