Mucho se ha escrito y hablado sobre el futuro de la minería en la economía colombiana; a tal punto que, casi de manera imperceptible, el país se convirtió en una potencia minera, con todos los beneficios y los costos que esa definición conlleva.
La literatura económica es terrorífica sobre el tema minero. Se asocia a este sector con condiciones infrahumanas, daño al medio ambiente y explotación económica a manera de enclave, que ningún o pocos recursos les deja a las regiones productoras. Inclusive se habla de la maldición de los recursos naturales…
El Presidente de la República, Juan Manuel Santos Calderón, consciente del reto que el país tiene y de la responsabilidad de su gobierno frente a este complejo tema, designó a un hombre veterano, conocedor del mismo como el que más y con una gran formación de ingeniero eléctrico y economista, como es el atlanticense, Carlos Rodado Noriega, quien viene haciéndole frente a esa gran tarea de encarrilar la locomotora de la minería.
Y si los retos son grandes para Colombia, en general, son mayores para departamentos como el Cesar, para el cual, día a día, la minería tendrá cada vez más, para bien o para mal, una gran importancia en materia de su desarrollo económico, social y ambiental.
El Cesar pasó de ser un departamento agropecuario a ser, cada vez más, un departamento minero. La minería representa hoy más de la tercera parte del Producto Interno del Departamento, con una producción de carbón aproximada a las 33 millones de toneladas métricas; que en materia de regalías le representaron entre ciento ochenta y doscientos mil millones de pesos.
Pero no es sólo la minería del carbón, sino también la importancia y la trascendencia de la explotación de otros minerales, como hierro, cobre, oro y materiales para construcción, entre otros.
De allí la importancia que tiene para el futuro del Cesar, eventos como el Segundo Encuentro de Titulares y Empresas Mineras, denominado “Minería responsable es un buen negocio para el Cesar”, organizado por la Secretaría de Minas del Departamento del Cesar.
El país tiene que fortalecer su institucionalidad frente al tema minero, se requiere un Ministerio fuerte, con capacidad de planeación del sector, de promoción, pero también de vigilancia, desde el punto de vista económico social y ambiental. El sector se creció, pero el aparato institucional se quedó pequeño…
Y así como el país, el Cesar tiene mucho que aprender, también, en tema de la minería. El negocio nos llegó y – a pesar de que la explotación de carbón lleva varios lustros- aún no tenemos el conocimiento y la experticia del negocio, desde el punto de vista técnico, económico, social y ambiental para mencionar sólo algunos aspectos.
La dirigencia política y empresarial está en mora de proyectar de manera adecuada el desarrollo del departamento, que va amarrado, en buena parte, al desarrollo de la minería.
Por muchos años, nos obnubilamos con el tema de las mal llamadas regalías, pero se nos olvidó lo más importante: aprender a manejar una riqueza que no es renovable, que – necesariamente- tiene un alto impacto ambiental y social, y que si no administramos bien nos dejará sólo el daño ambiental y social, y habremos perdido una oportunidad dorada para cambiar sustancialmente el perfil de nuestra economía y el nivel de vida de miles de familias.
Los cesarenses debemos rectificar, hacer un alto en el camino, reflexionar sobre el tema de la minería, ahora con unas reglas de juego totalmente distintas, desde el punto de vista fiscal, ya que aún estamos a tiempo de buscar articular la explotación minera con otros sectores, principalmente el agropecuario el de comercio y el de los servicios de suministros al sector, a la manera como lo han hecho países como Chile, u otra regiones del país. Bienvenido este importante evento que sabemos que nos dejará importantes lecciones a todos.