Esta semana, Colombia está viviendo momentos de emoción y orgullo al ver a la Selección Colombia alcanzar la final de la Copa América, un logro que muchos consideraban un sueño lejano y que hoy se ha convertido en una realidad. Este hito no solo es motivo de celebración deportiva, sino también un símbolo de unidad nacional.
He tenido el privilegio de conocer de cerca a personas cuyo mayor anhelo, al igual que el de muchos niños y jóvenes, es convertirse en futbolista. Uno de ellos, con una pasión profunda por el deporte desde la infancia, me describió el fútbol como algo que lleva en la sangre. Rememoró con nostalgia los días en que su padre lo llevaba al estadio, y cómo estas experiencias moldearon su sueño compartido de representar a Colombia internacionalmente.
No obstante, el camino hacia el fútbol profesional está lleno de desafíos significativos y sacrificios. Esto lo podemos ver detrás de cada integrante de la selección, en la cual, hay historias sensibles que nos demuestran que no solo se trata de tener habilidades deportivas, sino también dedicación y perseverancia, incluso cuando los resultados no son inmediatos.
El fútbol trasciende las barreras del género, la nacionalidad y la ideología política. Es un fenómeno cultural que une a personas de diversos pensamientos bajo un mismo objetivo común: apoyar a la selección nacional y celebrar sus victorias como propias.
Este sentimiento de unidad nacional ha sido resaltado como símbolo de cohesión social y como un llamado explícito a la cero violencia. En momentos como estos dejamos de lado nuestras diferencias para celebrar juntos, demostrando que somos capaces de ser una comunidad apasionada y unida.
Es importante recordar que la celebración debe ser responsable. El reciente incidente en las gradas durante el partido contra Uruguay subraya lo fundamental que debe ser mantener la calma y el respeto en todo momento. Por eso, insto a todos a celebrar con alegría y civismo, respetando a los demás como a nosotros mismos.
En definitiva, el fútbol va más allá de ser solo un deporte; es un vínculo que une corazones en un contexto social donde la división prevalece en el discurso público. Por eso, este día no solo representa un logro deportivo, sino también una oportunidad para fortalecer nuestra identidad nacional y promover valores fundamentales como el respeto, la tolerancia y la unidad.
Celebremos este momento histórico con la certeza de que, dentro y fuera de la cancha, somos capaces de reconstruirnos. Hoy más que nunca, todos somos uno: somos Colombia.
Por: Sara Montero Muleth