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El final de Gadafi y el adiós de ETA: Nuevas esperanzas?

Por: Gustavo Cotes Medina

La muerte de Muamar el Gadafi – el excéntrico dictador- no fue una sorpresa. El extravagante líder dominó con mano dura a Libia durante 42 años, pero la ofensiva final de los rebeldes- con coaliciones de todas las tendencias- más la decisiva participación de la comunidad internacional, llegaron al punto que cien naciones, incluyendo a Colombia, reconocieron como legítimo al Consejo Nacional de Transición- CNT- que fue aceptado por la ONU el pasado mes de septiembre.
Gadafi, símbolo del terrorismo de Estado para Occidente-, fue localizado en Sirte, su ciudad natal, por los rebeldes apoyados militarmente por la OTAN, donde lo hirieron y luego las agencias internacionales lo mostraron muerto y posiblemente ajusticiado. El dictador era altanero, protagonista demencial, imponente y con una inmensa riqueza personal.
Gadafi murió combatiendo ante una ofensiva internacional que fue determinante. Libia, con 6,5 millones de habitantes y cuya economía está basada en el petróleo, es el tercer país árabe donde  una revolución popular saca del poder a sus líderes o minorías que gobernaron de manera abusiva a sus pueblos durante muchos años.
El mensaje universal es claro: la democracia termina por imponerse, utilizando la fuerza, si es necesario, cuando los tiranos desafían al mundo irrespetando  en forma cínica los derechos humanos. ¡Ninguno de ellos es imbatible, ninguno es indestronable!
Los pueblos de la “primavera árabe”, bendecidos por la naturaleza con enormes riquezas petroleras, merecen regímenes que respeten las libertades y los derechos. Deben ser conducidos por gobernantes que valoren la democracia con sus virtudes y defectos. Hoy, la comunidad internacional tiene una gran responsabilidad política en la reconstrucción de Libia. Ahora, el panorama no es alentador, viene lo más difícil y los retos son grandes en un país que abre la oportunidad para decidir su propio destino. El camino de la unidad será largo y está lleno de desafíos. Y esa misma comunidad internacional debe quedar con la lección aprendida, a futuro, que cuando  ayudas a “criar cuervo, te pueden sacar los ojos”.
España está acariciando el fin del terrorismo. Después de cuatro décadas de atentados y el asesinato de 829 personas, la banda separatista vasca Eta, está renunciando, sin pedir perdón, a la violencia de 43 años y se abre una gran esperanza de paz. Este capítulo, con pasado doloroso, apenas comienza. Se plantea así la búsqueda de una negociación política, con diálogos directos, que resuelva el conflicto en el país vasco. Sin embargo, Eta no habla de desmantelar su estructura militar ni de un plan de desarme.
La tarea que queda es compleja para buscar las soluciones que asegure el final de ETA, sin violar los principios básicos del sistema jurídico ni la dignidad de las víctimas, como lo confirman las palabras del presidente del Gobierno español Rodríguez Zapatero:  “A partir de ahora habrá una democracia sin terrorismo, pero no sin memoria”. El anuncio de ETA es un paso hacia el abandono del terrorismo, pero muchas voces autorizadas en España piden cautela. “La pelota está ahora en el tejado de todos”.
ETA y las Farc son distintos en su origen e ideología, pero tienen suficientes paralelos para que este “adiós a las armas” de la banda separatista vasca sea un punto de referencia para que algún día de sensatez y sentido común, la guerrilla colombiana haga un anuncio en términos similares.
Eta, por la estrecha colaboración policial de Francia y España, tiene hoy a 700 de sus miembros en prisión, una extrema situación de debilidad por las sucesivas detenciones de sus dirigentes y una pérdida importante de sus mayores ingresos que hacen de esta situación el espejo perfecto donde deben mirarse las Farc y el Eln, como únicas guerrillas del mundo occidental, obsoletas, sin objetivos políticos y en situación de aislamiento. El presidente Santos le da la bienvenida al anuncio de Eta. Ojalá las Farc, el Eln y las Bacrim, sigan el ejemplo.
AGREGADO: ¡Desde esta columna en El Pilón invito a mis paisanos del Cesar y La Guajira a votar con tranquilidad, en conciencia y sin ataduras. Votar es participar. No permitas que el 30 de Octubre otros elijan por ti. No dejes que se agote la esperanza. Vota en paz!
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