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El Festival un patrimonio particular

Por: Luis Elquis

A raíz de la controversia generada en torno a la realización de la versión número 44 del Festival de la Leyenda Vallenata, en conversación sostenida con un amigo oriundo de Montería, jocosamente expreso: es más probable  que el papa Benedicto XVI muera mordido de culebra a que no haya Festival.
La controversia no es un tema novedoso del presente, pues proviene desde el año 2007. El doctor Evelio Daza, distinguido jurisconsulto y actual Secretario de Gobierno Departamental, encabeza y personaliza un pugilato de profunda objetividad, sumado también a razones personales de estricto carácter político con los herederos de la Cacica Consuelo Araujo. La bandera del doctor Evelio Daza, ha sido enarbolada tímidamente por dirigentes de la ciudad y con vehemencia por la ciudadanía. La controversia es interesante y necesaria, desde luego, no con el objeto de acabar con una tradición que identifica al país  internacionalmente; sin embargo, es menester que la Junta Directiva de la Fundación Festival de la Leyenda Vallenata reconozca que sus actuaciones deben ser un libro abierto para la sociedad y la institucionalidad.
Las expresiones lanzadas por el señor Fredy Montero Cabello, en la edición de este periódico el 16 de marzo no fueron las más apropiadas. Nuestra ciudad azotada actualmente por la deplorable zozobra de la inseguridad e intolerancia, reclama prudencia y menos prepotencia al momento de señalar a un funcionario como talanquera en una obligación literal de La Fundación, que pretende fenecer extemporáneamente, independientemente de la cifra en cuestión. El pago de los tributos ni en vigencia del Imperio Romano era cuestión de los pensamientos instantáneos del emperador.
Para ningún hijo de la tierra del cacique Upar es desconocido que el Parque de la Leyenda Vallenata se hizo con recursos del Estado, cedido posteriormente a la Fundación sin ningún tipo de reciprocidad, en el mejor momento político de la familia (Araujo-Molina) para que lo administrara.
Tampoco es ignorado en este espacio territorial, que fue la Cacica quien diseñó y gesto la creación del Festival Vallenato, con un grupo de amigos y personalidades prestantes de la Región y la Nación, cuando nuestra música era apenas incipiente. Tengo la absoluta convicción que indistintamente a la nominación de la familia, el Festival hubiera sido un fructífero negocio, por lo tanto es preferible que haya sido así la historia, para no lamentar su destino en manos distintas a los particulares, pues con certeza estaríamos hablando de un fracaso descomunal.
La controversia no debe tipificarse en contra de los herederos naturales de la Cacica Consuelo Araujo; no, el reclamo consiste en la inobservancia legal y reglamentaria del objeto de las fundaciones en el país, aunque su formalidad sea de carácter público, mixto o privado.
No solamente se ha obviado la obligación tributaria con el municipio de Valledupar, sino además la responsabilidad social y principalmente la concerniente a la divulgación del folklor. La Fundación de la Leyenda Vallenata debe renunciar inexorablemente a cualquier exención tributaria, debe por el contrario realizar seguimiento y control al pago oportuno de sus obligaciones como cualquier persona natural o jurídica de la ciudad, o en el mejor de los casos realizar actividades y proyectos en beneficio de los veteranos en desgracia que engrandecieron el folklor, asimismo al semillero de músicos y a la comunidad en general, como lo hace por ejemplo la Fundación Pies Descalzos de Shakira guardando las proporciones.
Todos, propios y extraños, añoramos, queremos y defendemos la versión número 44 del Festival de la Leyenda Vallenata, pero no en medio de controversias, diferencias o por encima de todo, pues evidentemente entendemos que la fundación es una institución de carácter privado que dista de ser de beneficencia; sin embargo ello no significa que deje de cumplir con sus obligaciones tributarias, sociales e institucionales.
Elquis0127@hotmail.com

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