Desde mi cocina
Por Silvia Betancourt Alliegro
Querido amigo alienígeno:
Hoy es 27 de febrero de 1998, he escrito dos páginas tamaño carta a espacio y medio, he trepado hasta las nubes de las mentes infantiles, me complazco en gozármelos como parte de mi entorno, como mis amados árboles, hoy sembré uno nuevo, se llamará Marta, me preocuparé hasta mañana al medio día, cuando vea si sus hojas se han debilitado por el trasplante, de todas maneras, dentro de un año será la casa más fresca del barrio, de la ciudad, del mundo, porque estará perfectamente rodeada de vegetación, en un calor imperante y creciente de 37 grados centígrados a la sombra.
Estamos al comienzo de un tiempo que se denomina como “Fenómeno del Niño” (la tierra se calienta desde el Océano Pacífico en un radio aproximado al del continente europeo), toda la esfera terráquea sufre cambios climáticos impredecibles, es así como en las tierras donde caen lluvias se inunda todo el territorio, no dejando espacio seco, ni siquiera para poner los pies, donde hay las cuatro estaciones se estaciona en una sola, es decir, que ahora mismo los países que usualmente están en invierno, pues están perfectamente congelados, sin energía eléctrica, sin gas, ni nada con qué calentase; en ciudades ubicadas en el Canadá, la gente está viviendo en refugios contra el hielo (16 grados bajo cero) y no hay esperanzas de que cambie, y aquí, en esta porción del planeta nos morimos por sequías, las plantas se queman, no hay suficiente comida, los sembrados se han achicharrado, los barcos de calado corriente están varados en los ríos grandes, hasta en el Magdalena, que es nuestro río tutelar.
Prácticamente no hay agua, están tan secos que los peces se han extinguido, no sé qué será de nosotros el próximo año, por ahora seguimos desperdiciando agua, energía eléctrica, y todos tranquilos… que mañana será otro día; pensamos que somos los más privilegiados del planeta, que nada nos sucederá, que la sequía y el hambre serán para otros; pero para nosotros ¡jamás! Somos los elegidos de Dios, los benditos de nuestra madre, y así, día a día, nos acercamos a las tinieblas, a la hambruna, hoy, por ejemplo, subió el precio de la leche de vaca, sube porque las reses no están siendo alimentadas con los pastos adecuados y la producción está baja.
El planeta se nos está muriendo y mientras tanto no hemos inventado las pastillas que nos harán la vida placentera sin la necesidad ¡de comer carne!, somos asesinos de otras especies, pequeños seres hambrientos de carne y sangre…
Necesitamos urgentes medidas que calmen la demencia, el hambre, el frío, el calor agobiante, necesitamos hacer crecer los cereales en el cosmos, porque aquí como que ya acabamos con todo lo utilizable depredando el territorio virgen, sólo quedan unas franjas de tierra fértil, pero por pocos años porque el hombre desea árboles para poder hacer muebles que ostentar en sus viviendas signadas por el hambre y de paso, en las tierras deforestadas sembrar plantas para alucinar. Al paso que va, tendremos que comernos el mobiliario, posteriormente los unos a los otros, vamos a ver quién y en qué condiciones sobrevive.
Como podrás ver, lo que escribo no es muy edificante que digamos, debe ser por eso que mis amigos no contestan mis cartas, seguiré insistiendo y si no me responden, pues te vuelvo a escribir, porque no debo quedarme callada, me creo en la obligación de decir éstas y otras cosas que aún ignoras.
No te pido una respuesta, no es posible, solo deseo que tengas felicidad y tranquilidad donde quiera que vivas, que todos tus sueños se hagan realidad y que el tiempo te lleve directo hasta la realización de tus tendencias.
Publicado en este mismo espacio el 20 de enero de 2010, ahora toca de nuevo; parece que el tiempo se está encogiendo
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