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El fajo de billete de ‘Poncho’ a Carlos Alberto

Cuando llegué a Valledupar, después de estudiar Comunicación Social y Periodismo en la Universidad Autónoma del Caribe de Barranquilla, conocí los primeros periodistas y locutores: Vicky Medina, Lolita Acosta, Electo Gil Bustamante, Jaime Pérez Parodi, Gustavo Cuello Díaz, Beder Guerra Gutiérrez, Rafael Infante Moreno, Gustavo Brugés Rodríguez y Mary Daza, entre otros.

A los pocos meses hice una extraordinaria amistad, que conservo intacta, con Isaac León Durán y empecé a gozarme el periodismo con Carlos Alberto Atehortúa, un cachaco manizalita que caminaba lento y un poco encorvado, y con Gustavo Brugés Rodríguez ‘El Curro’, quien fue el mejor redactor de noticias que tuvo la radio de Valledupar junto al interminable y siempre bien ponderado Miguel Aroca Yépez.

Carlos Alberto tenía una dimensión especial con su oralidad -la expresión de la palabra hablada- a cuesta, un don que muy pocos tenemos. Su vida la compaginó con sus amadas hijas, “mis monitas lindas” como siempre decía.

Yo empezaba la corresponsalía en El Heraldo y fue el periodista Gustavo Cuello (El Tiempo) quien me lo presentó una tarde en la mítica Plaza Alfonso López. Ese día estaba allí Jaime Pérez Parodi con su voz ronca y también Isaac León con su inconfundible voz. Pero como Carlos Alberto era tan inquisidor -porque llevaba en sus venas el periodismo alegre y cuestionador- al presentarme me increpó diciendo que el periodista era un hombre de respeto, pero también descubridor de las necesidades.

Años después Carlos Alberto fraguó conmigo varios temas e hicimos una bonita amistad. Se convirtió en el biógrafo de Rafael Escalona, al hombre que más admiró junto a Gabriel García Márquez. Su libro ‘Adiós al mito’, es una muestra de lo que sabía de Escalona.

En el sepelio de mis tías, primero Fanny Zuleta (esposa de Colacho) en Valledupar y después de Catalina Zuleta en Patillal pronunció unas palabras. Su voz fue el manifiesto de un hombre locuaz, milimétrico en la historia y preciso en su narración. Él vivía la pasión por contar, esa fue otra de sus grandezas.

Cuando fui a hacer el lanzamiento de mi primera novela ‘Los Hijos en el Monte’ en el marco del Festival de Guitarras en Codazzi (12 de agosto del 2009) lo escogí para que presentara el libro.

Nos fuimos en mi carro a las ocho de la mañana y regresamos al día siguiente (borrachos) a las seis de la mañana. Recuerdo que en La Paz encontramos a ‘Poncho’ Zuleta, quien se bajó de su carro a saludarnos. ‘Poncho’ como siempre, sacó de su bolsillo un fajo de billete y se lo entregó a Carlos Alberto, a mí también me dio otro fajo.

A la salida de La Paz Carlos Alberto me preguntó: “¿veee Aquilino, cuánto te dio Zuleta?”, conté y él contó lo suyo (la cifra no la revelo a petición de ‘Poncho’ porque le daría envidia a Emilianito) y enseguida dijo: “Me fui para Codazzi con $20 mil, nos emborrachamos, comimos las mejores comidas en el quiosco de Monrroy y traigo los bolsillos llenos de plata, apúrate que me voy a acostar” y soltó su acostumbrada carcajada.

Paz en tu tumba querido amigo. Siempre recodaré tu amistad sincera, tu amor por estas tierras y por su gente. Nadie lo podrá olvidar porque fue como siempre lo pregonó “de una sola pieza”.

Acompaño a sus amadas “monitas” y a toda su familia en este momento de tanto dolor. Hasta la próxima semana.

tiochiro@hotmail.com
@tiochiro

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