El tiempo es una ilusión tenaz, un invento humano poderoso: la sucesión continua de días, horas, minutos y segundos donde cada hecho, cada acto, cada instante y cada acontecimiento parecen repetirse eternamente. Las religiones órficas acuñaron por primera vez la doctrina de los ciclos y después, convertida en concepto filosófico, esta misma doctrina fue introducida a la cultura popular de la mano de Nietzsche y su Zarathustra, el profeta del eterno retorno representado por una serpiente que se muerde su propia cola, el Uróboros encontrado por el egiptólogo Gastón Maspero en las paredes de la cámara funeraria de la pirámide de Unis, en 1881.
La historia del hombre está compuesta por un número infinito de probabilidades, pero somos tan torpes que elegimos mal. Así se repite cada bala y cada héroe replica su villano, se repite cada noche de insomnio y la soledad del domingo por la tarde. La apokatastasis. Pero, si el individuo prevé su destino puede obrar de otro modo. Esfuerzo inútil, ilusión, utopía pues seguimos empeñados en girar 360º sobre nuestro propio eje.
Las noticias parecen haber retrocedido treinta años: las FARC se rearma, Karina García, candidata a la alcaldía de Suárez-Cauca, es asesinada junto a otras cuatro personas y en las calles ronda el miedo. El eterno retorno.
Ayer, cuando venía de Atanquez me encontré con el taponamiento de la vía. Un grupo reducido de indignados sostenían pancartas exigiendo agua potable para el corregimiento de Guacoche mientras, a cada lado, la hilera de carros se hacía cada vez más numerosa. Hombres, mujeres y niños, náufragos en tierra firme, soportaban los embates del sol y la desesperante espera de los agentes del ESMAD que dispuesto a atacar hacía más tenso el ambiente. Una ambulancia, un bebe llorando a todo pulmón y los gritos de los protestantes se fusionaban con la impotencia de quienes necesitábamos llegar a nuestros sitios de trabajo. Exigían la presencia del alcalde quien, a esa hora, ya habría desayunado mientras estas personas, como yo, esperábamos una solución.
El problema no es nuevo. En abril de 2015, el entonces alcalde Fredy Socarrás, anunció la gestión del agua potable para El Alto-Raíces-Guacoche y Guacochito. En junio de 2018, Augusto Daniel Ramírez Uhía afirmó que con la optimización del acueducto regional, la Alcaldía de Valledupar lograría que los habitantes de los corregimientos de Guacoche, Guacochito, Alto de la Vuelta y Las Raíces tuviesen agua potable en sus viviendas. A estas alturas del 2019, al parecer, las promesas no se han materializado. El eterno retorno. Mirando el espectáculo pienso que las manos que sostienen las pancartas exigiendo agua potable son las mismas manos que sostienen los carteles de los mismos políticos y las gargantas que hoy levantan la voz contra sus gobernantes son las mismas gargantas que gritan “¡ese es, ese es!”. El eterno retorno.