A raíz del enardecimiento de su población y de las multitudinarias manifestaciones, sin precedentes en los 29 años de vida democrática de Chile después de la caída del sátrapa Augusto Pinochet, el Presidente Sebastián Piñera reaccionó espetando que “estamos en guerra contra un enemigo poderoso, implacable, que no respeta a nada ni a nadie”, asumiendo e insinuando que eran fuerzas externas, extrañas al país, quienes aupaban y estimulaban la protesta.
Esta declaración exacerbó aún más los ánimos y atizó la protesta. Pero a poco andar recapacitó y, ante la realidad de los hechos, le tocó entonar la palinodia y aceptar que este era su problema. Esto dijo, retractándose de su primera declaración: “los problemas se acumulaban desde hace muchas décadas, lo reconozco y pido perdón por esta falta de visión”. Y, a renglón seguido, procedió a recomponer su gabinete ministerial y anunciar varias medidas, todas ellas de tipo social, en su intento de sofocar las llamas que amenazaban con abrazar al establecimiento.
Cabe preguntarse qué pasó en Chile, cuyo modelo económico se consideraba paradigmático en Latinoamérica y de la noche a la mañana se produce semejante estallido. Según el profesor chileno Fernando Mires en su país existe un “fuerte malestar de fondo, oculto y reprimido que de repente aparece a borbotones”. En su concepto, dicho malestar viene provocado por las fuertes desigualdades sociales que generan “privilegios solo al alcance de unos pocos”. El rechazo al aumento en el precio del pasaje en el Metro en 30 pesos fue sólo el florero de Llorente.
Chile y Colombia tienen en común que lograron reducir sensiblemente la pobreza y la pobreza extrema, En Colombia, por primera vez, la clase media supera el porcentaje de la población que está por debajo de la línea de pobreza. Pero, ojo, gran parte de esa clase media está en condiciones de vulnerabilidad, esto es, con un pie en la clase media y el otro en la pobreza, en riesgo de volver a caer en la trampa de la pobreza y se resiste y lucha para impedirlo.
No cabe duda que lo que está fallando es el Modelo. Como lo sostiene el Nobel de economía Joseph Stiglitz, “las élites aseguraron que sus promesas se basaban en modelos económicos científicos y en la investigación basada en la evidencia´. Pues bien, cuarenta años después, las cifras están a la vista: el crecimiento se desaceleró y sus frutos fueron a parar en su gran mayoría a unos pocos en la cima de la pirámide. Tienen derecho a sentirse estafados”
En el caso de Chile, el propio Canciller del país austral Teodoro Ribera Neuman desmiente la injerencia foránea en su conflicto y descarta “traspasar este descontento a una intervención extranjera”. Y hablando de Colombia, no se puede seguir macartizando la protesta con la ya desgastada monserga del castro-chavismo, la protesta es un derecho legal y constitucional de los ciudadanos que el Gobierno debe garantizar.