POR JOSÉ ALEJANDRO MARTÍNEZ VEGA / EL PILÓN
Al igual que Leandro Díaz, nació ciego. Como el juglar guajiro, se crio en el monte. También compone y canta. Es una especie de ‘Leandro Díaz moderno’ que conquistó a miles de seguidores con las notas que salen de su acordeón -pero no montado en burro- sino a través del nicho virtual que encontró en la red social Instagram.
Es la historia de Juan David Atencia Berrio, el joven de 24 años a quien la vida le negó la vista de nacimiento, pero fue dotado de muchas destrezas para tocar y cantar.
Hoy, cuando toda Colombia empieza a conocer más de cerca la vida del legendario músico nacido en Lagunita de la Sierra, en Barrancas, Atencia entiende mejor que los talentos como Leandro y él nacieron con el don genuino de ver con los ojos del alma.
“Como decía el maestro Leandro, cómo va a hacer falta algo que no he tenido. Soy muy analítico en el sentido que yo analizo a una persona sin tener que preguntarle nada. Analizo su voz, su comportamiento, sus cosas”, explicó Juan David en diálogo con EL PILÓN para referirse a la falta de uno de los sentidos.
El estudiante de quinto semestre de Licenciatura en Música de la Universidad de La Guajira es todo un ‘influencer’ del acordeón en Instagram, red social en la que tiene casi 30.000 seguidores quienes lo admiran, no solo por su capacidad de sacarle buenas melodías al instrumento de viento, sino para cantar, componer, versear, tocar el piano, la guitarra, la caja, la guacharaca y el timbal.
“Me escriben muchas personas de otros países, diciendo que he sido la motivación para sus hijos, motivación para ellos, he encontrado comentarios como que conocían el vallenato por mí, es algo muy bonito que, si hay diez personas en un lugar o en las redes, cinco me reconozcan”, expresa Juan David, nacido en Santa Marta.
LA ACTUACIÓN, OTRO TALENTO
Como si fuera poco, también se le midió a la actuación en novelas como ‘Diomedes, el Cacique de La Junta’ e, incluso, interpretó al mismo Leandro adolescente en un documental que transmitió el canal Señal Colombia en 2013 y que ganó India Catalina.
“Ahí aprendí un poco más sobre el maestro Leandro, sobre el burro que tenía, también me monté en burro, lo que el maestro decía de adivinar el futuro; a propósito, no es que él sea adivino, lo hacía por sinvergüenzura, pero le salían los chiripazos”, relata Juan entre risas.
Sobre la novela que narra la vida de su ídolo, que actualmente transmite el Canal RCN, Juan David asegura que no se la pierde y cada noche de 9:30 p. m. a 10:30 p. m. se pone en ‘modo Leandro’. Además, también mostró su talento en la misma producción interpretando a Tibiasis, un joven ciego que era molestado por Onofre, papá del protagonista.
“Una historia muy bonita, (pero) a la vez, no sé si en verdad el papá de Leandro era así, aunque yo siento que no, porque hay que ponerle picante a las cosas, la gente lo odia mucho, pero yo siempre les digo: él es una buena persona en la vida real, siempre se preocupaba por mí, yo me tropecé sin culpa y él estaba preocupado siempre si me había pasado algo”, recordó.
Quizás, en el personaje de Onofre, que interpreta al padre de Leandro Díaz (Abel Duarte), radica la mayor diferencia de su vida con la del juglar. Asegura Juan David que desde pequeño contó con el total apoyo de sus abuelos al punto de reconocer que fue “sobreprotegido”.
“Yo no tenía a la persona que me dijera que no podía, que no iba a hacerlo, no tenía esa persona que me dañara el caminao, mi familia era muy apoyadora, de hecho, mi abuela me entrenaba haciendo que me aprendiera las cosas, me enseñaba donde quedaba y guardaba cada cosa que compraba. Ella era sobreprotectora. Al igual que mi abuelo”, recuerda.
ALUMNO DEL TURCO GIL
A tocar acordeón aprendió -como la mayoría de acordeoneros de la región- de la mano del maestro Andrés ‘El Turco’ Gil, quien le vio a aquel ‘niño genio’ de 6 años, proveniente de la zona rural de Valledupar, el potencial para sacarle melodías a los fuelles.
“El maestro me valoró, me escuchó cantando y de una me dijo que no iba a perder el tiempo en enseñarme a tocar caja, que me iba a enseñar a tocar acordeón, fue cuando un amigo de mis abuelos en la finca me regaló un acordeón, ahí empiezo yo con el acordeón, no le puedo decir que estaba muy emocionado porque nunca vi el contexto de la situación. Cuando llegué a la academia, el primer día quería devolverme, me molestaba la bulla, me aturdí un poco y lo que quería era irme a la finca, a jugar y hacer mi vida normal”, recuerda.
Sin embargo, comenzó rápidamente a hacer amigos y a enamorarse cada vez más del acordeón, al punto que ya no le importaba tener que soportar un recorrido en moto desde la finca La Playa, en el corregimiento de la Mesa, donde residía con sus abuelos, hasta Valledupar.
Antes de llegar a la escuela de ‘El Turco’, Juan David ya estaba fascinado por otro instrumento de la música vallenata: la caja.
Aprovechando su fino oído, empezó a imitar con la boca los sonidos del trombón y las trompetas que escuchaba en las corralejas del municipio de El Difícil, Magdalena, lugar donde residía con sus abuelos cuando tenía unos 3 o 4 años.
“Rodríguez, ven a escuchar esto, corre”, cuenta que le dijo su abuela Mercedes Rodríguez (q.e.p.d) al abuelo Edilberto Rodríguez (q.e.p.d), cuando escuchó por primera vez la habilidad de Juan David.
Desde entonces, empezó a ‘regarse la bola’ en los alrededores de la finca El Ingenio, en zona rural magdalenense, que había un niño ciego que cantaba muy bien y tocaba la caja. “A los amigos de ella les gustaba que yo cantara, había una muchacha que tenía un restaurante donde me prestaban unos cubiertos para que yo me tirara al piso a cantar”, relata.
Como toda historia de vida, Juan David pasó por momentos negativos y positivos que marcaron su vida.
Momentos tristes como cuando sus padres tuvieron que decidirse entre uno de los dos hermanos -tiene un mello con la misma discapacidad- por la precaria situación económica que padecían en esa época. O cuando el cáncer se llevó a sus abuelos, quienes le dieron una crianza llena de amor rodeado de animales y naturaleza en zonas rurales del Cesar y Magdalena.
Pero también alegres como cuando se encontró -con apenas 7 años de edad- frente a frente con su ídolo, Leandro Díaz, y cantó junto a él. O cuando viajó con los Niños del Vallenato del ‘Turco’ Gil por muchos lugares como Nicaragua, Ecuador Venezuela, Alemania, Italia, Suiza, Londres, Noruega y el mismo Vaticano.
Juan David, quien además lleva con orgullo el honor de ser el único estudiante ciego de la Uniguajira, agradece hoy a todos los que aportaron para que se convirtiera en un joven prodigio del acordeón que es ejemplo de superación para miles de personas desde su nicho virtual en Instagram (@juandavidatencia).