Definitivamente, el acordeonero y compositor Emilianito Zuleta Díaz no volverá a grabar un nuevo disco, pero advierte: “Lo mejor que me pasó fue la música vallenata, debí retirarme hace muchos años; sin embargo, mi hermano ‘Poncho’ y mis seguidores no me dejaron”.
Así de escueto y franco me lo dijo el pasado lunes 30 de agosto, durante un encuentro casual en el centro comercial Mayales, en Valledupar. Prácticamente nos tropezamos en una de las salidas, mientras nos resguardábamos de la lluvia que caía en ese mediodía.
Conversamos por espacio de 20 minutos, hacía como cuatro años no lo hacíamos. En nuestra camaradería familiar vibramos de emoción y rápidamente pasamos al tema sentimental y al consentimiento familiar, pero sin olvidar lo musical.
Testigo de la afectividad entre los de apellido Zuleta es la matrona e investigadora pacífica Elsa Zuleta Calderón, quien desde hace varias décadas investiga el árbol genealógico del apellido Zuleta, que, según ella, sus principales características son la bondad, familiaridad y ancestro cultural musical.
“Soy muy feliz ahora que la música ya no es mi prioridad, debí hacerlo desde que compuse ‘Mi hermano y yo’, porque en ese paseo narro parte de mis vicisitudes, me queda mi acordeón, mis canciones y mis hijos”, afirma Emilianito.
En esa canción ensalza a su hermano ‘Poncho’, quien ha sido su guardián para el bien y también para trampearlo. “Siempre me da duro, pero es mi hermano querido, a todos mis hermanos los quiero mucho”, dijo.
Muchas veces que la gente no sabe / Que ratos tan amargos por culpa del folklor / Sin embargo, soy un hombre incansable / Y vivo enamorado de mi pobre acordeón.
Quizás cuántas veces he visto salir / La luna radiante por la madrugá’ / Quizás cuántas noches sin poder dormir / A veces con ganas de irme a acostar / Se sufre, se goza y se vive feliz / Hay ratos solemnes y otros de agonía / Y muchas veces triste / Y así la gente dice / Que todo es alegría / Y muchas veces triste / Y así la gente dice / Que todo es alegría.
Reiteró que, así como habla de la gloria y alegrías en ese paseo, también están ahí los momentos de desconsuelo, que lo perturban, “todo no es felicidad”, agregó, pero se abstuvo de profundizar sobre el tema.
Emilianito, quien es apático a recibir homenajes, siempre donó los premios en efectivo que se ganó en los concursos de canción inédita. Sostiene que tiene la fuerza musical heredada de su padre Emiliano Zuleta Baquero y el don de su mamá Carmen Díaz. “Siempre recuerdo a mi pueblo El Plan donde nací. Soy orgulloso de mi pueblito querido”, sostiene.
Ahora le queda todo el tiempo para dedicárselo a sus hijos más pequeños: Emily, Alfonso y Andrés y a su esposa Eladia. “Me tomo dos o tres tragos con amigos y familiares especiales”, aclaró, y agregó que gracias a la música logró todo lo que tiene, especialmente el cariño de la gente.
Durante este inesperado encuentro con Emilianito también hablamos del momento aciago por la pandemia y manifestó su pesar por el fallecimiento de su compadre Jorge Oñate. Igualmente, destacó a varios de sus colegas músicos como Beto Zabaleta, con quien los une una gran hermandad.
A sus 76 años y después de cinco décadas de haber estudiado las carreras de Agronomía y Economía en Bogotá, de estar hoy en la cumbre como un auténtico juglar del vallenato, está dedicado a ejercer sus profesiones y hacer encuentros exclusivamente familiares. Hasta la próxima semana.
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