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El disminuido partido de gobierno

Se ha conocido un video en el que el expresidente Álvaro Uribe, en presencia del vallenato Juan Manuel Daza, representante a la Cámara y frustrado candidato al Senado de la República, manifiesta su contrariedad porque el gobierno nacional a pesar de que ha dado importantes cargos a gente de la Costa, su partido, el Centro Democrático se debilitó. En el caso de Córdoba dice que hay dos ministros conservadores y el partido se debilitó. En El Cesar afirma que ha habido 6 altos cargos en el ejecutivo y dedicados a hacer “pilatunas” sus dirigentes el partido se vino al piso.

Esto lo mencionamos para poner de presente que un gobierno nacional si bien influye en la política regional sus alcances son limitados si a su vez requiere de fuerzas parlamentarias, distintas al partido de gobierno, y si los políticos del departamento, que manejan los municipios y la gobernación, desarrollan su propia dinámica, manejan sus presupuestos y contratos y sus propias elecciones locales. En consecuencia, podrían vivir, ejercer y crecer en medio de gobiernos nacionales adversos.

Pretenden hoy simpatizantes de las candidaturas nacionales a la presidencia, si resultan ganadoras tratar de balancear los factores de poder y sacudirse del yugo local, de hegemonías que se consolidan y parecen congelar la discusión pública y manejar el poder con exclusividad.

Ese camino no siempre es así porque los gobiernos nacionales están inclinados a gobernar en buena relación con los gobernantes locales, elegidos por sus pueblos, sean del afecto o no del presidente.

Un caso distinto, que evidencia pugnacidad y desconfianza, es el del gobierno del presidente Duque y el del gobernador Carlos Caicedo, en el Magdalena. No podríamos precisar si es el propósito del Gobierno nacional aislarlo, si obedece a sus amigos congresistas o si es un distanciamiento provocado por Caicedo para dejar claro a la opinión pública y a los sectores populares que el representa una fuerza nueva alternativa.

La limitación de los presupuestos municipales y la llamada ‘pereza fiscal’ que corresponde a administraciones que no fijan ni cobran debidamente los impuestos ha llevado a los alcaldes a buscar recursos en el Gobierno nacional. En ese propósito no hay mejores embajadores gestores en la capital del país que los congresistas.

Caso excepcional lo representan amigos del presidente o de sus ministros que se convierten en gestores de recursos. Esos recursos suelen darse para contratación de los alcaldes o el gobernador, y así se convierten en un poder inmenso en todos los ámbitos. Casi que podríamos decir que el que contrata manda. En fin, esos poderes locales no se someten con facilidad a los designios de un gobierno nacional, intermediado por los congresistas, y en ese orden puede afirmarse, porque los congresistas no eran del Centro Democrático o los intermediarios sin curul tenían su propia agenda e interés particular, que durante el gobierno del presidente Iván Duque, como lo ha afirmado el propio expresidente Uribe, se ha debilitado aún más el partido de gobierno en el Cesar.

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