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El discurso del presidente Gustavo Petro 

El discurso del presidente Gustavo Petro, en la Asamblea General de la ONU, recreó un conjunto de narrativas que describieron lo que significa América Latina, como región, su gente, sus necesidades y su riqueza. El discurso ha sido objeto de controversias por histórico, pero, sobre todo, por la sustentación sin ambages de dos problemáticas en las que el mundo ha perdido: La guerra antidrogas y el cambio climático. 

Respecto de la lucha antidrogas, históricamente, Washington se ha centrado en medidas del lado de la oferta, como la erradicación de cultivos ilícitos, la interdicción de transbordos y las incautaciones de drogas. Ese fue el enfoque del Plan Colombia. 

En cuanto al cambio climático la promesa de eliminar el carbón obtuvo el apoyo de 23 países más en la conferencia climática de la ONU del año pasado, pero fue rechazada por los grandes usuarios del más sucio de los combustibles que causan el calentamiento global. El compromiso de eliminar el carbón no incluyó a Australia, India, Estados Unidos y China, que tienen alrededor de la mitad de las plantas de carbón en funcionamiento en todo el mundo y planean construir más. 

Las naciones más ricas acordaron dejar la energía del carbón para la década de 2030 y las más pobres para la de 2040.  

Reorientar el cambio de la estrategia de la lucha antidrogas y para el cambio climático, requiere visión holística y compromiso de todo el mundo. Sin embargo, es importante que el presidente de Colombia haya puesto las primeras piedras con su discurso en la ONU, porque ha sido nuestro país el más damnificado, por los muertos, la deforestación el envenenamiento de nuestros recursos naturales, el gasto infructuoso y por la permeabilidad que ha generado el narcotráfico.  

Sin perder la compostura ni las formalidades del marco diplomático, el presidente Gustavo Petro, en tono provocador, ante gobernantes de naciones productoras de combustibles fósiles, se preguntó: “¿Qué es más venenoso para la humanidad, la cocaína, el carbón o el petróleo?, seguidamente argumentó: “El dictamen del poder ha ordenado que la cocaína es el veneno y debe ser perseguida, así ella solo cause mínimas muertes por sobredosis. En cambio, el carbón y el petróleo deben ser protegidos, así su uso pueda extinguir a toda la humanidad”.

Esta comparación es asumida por los diferentes sectores como una analogía equivocada por poner en el mismo sitial a la cocaína, el petróleo y el carbón. No obstante, el hilo conductor del discurso giró hacia la perspectiva ecologista debido a que la lucha antidrogas está impactando en la amazonia colombiana. Así se colige por el pedido a los países consumidores para que financien la protección del pulmón del mundo y con ello, frenar las muertes por el negocio de la cocaína.

Es pertinente advertir que esa petición es diferente al planteamiento del decrecimiento. Este proceso es harina de otro costal y probablemente, secundaria por la realidad energética, estratégica y geopolítica del mundo, así mismo, por la importancia de los combustibles fósiles para la economía colombiana, aunque esto no implica soslayar el proceso de transición energética, que debe entenderse desde la gradualidad hacia la transformación, porque es erróneo y riesgoso hacerlo combinando la institucionalidad con activismo. 

El primer discurso del presidente Petro, por la Asamblea de las Naciones Unidas, significó y produjo reacciones en Colombia y el mundo, su enfoque se salió del molde de las formalidades, abriendo un espacio para una nueva discusión sobre la lucha antidrogas y el cambio climático. Esa osadía ahora solo debe esperar respuesta del mundo que aviva la demanda de narcóticos y que contamina, pero en Colombia, el debate político seguirá en su cauce, por eso es necesario no perder el enfoque con excesiva solidaridad, porque a quienes usufructúan del narcotráfico solo les importa el mercado.  

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