De manera oficial, ahora sí, se ha conocido que el gobierno nacional ha tenido acercamientos con voceros de las FARC con miras a iniciar, eventualmente, un proceso de negociación que conduzca a la incorporación de esa organización guerrillera a la vida política y civil. El autodenominado Ejército de Liberación Nacional, ELN, también ha dicho que estaría interesado en un proceso de negociación.
Y ha sido el propio Presidente de la República, Juan Manuel Santos, quien ha dicho que estas aproximaciones se han dado y – además- ha planteado algunos principios esenciales, que nos parecen muy importantes, sobre un posible diálogo de paz entre el gobierno y las FARC.
En primer lugar, dice Santos, hay que aprender de los anteriores procesos para evitar errores; negociar para terminar el conflicto y no para prolongarlo y precisar que el Ejército Nacional no dejará de mantener el control en todo el territorio nacional. Estos puntos nos parecen mensajes fundamentales del Jefe del Estado a las llamadas fuerzas vivas del país y a la ciudadanía, en general.
Sobre el particular, consideramos que los medios de comunicación estamos en el deber de informar con mucha precisión, rigor y prudencia sobre estos temas de la paz. Y en ese orden de ideas, lo primero que hay que aclarar a la ciudadanía, en general, es que se trata sólo de un proceso de “acercamiento” y una etapa preliminar. Todavía no existe un proceso de negociación.
En segundo término, unas eventuales negociaciones sólo se iniciarían a partir del próximo 5 de octubre, en Oslo, la capital de Noruega y –posteriormente- en Cuba. Insistimos, esto apenas está comenzando.
Creemos que ha hecho bien el Presidente Santos en reconocer esos acercamientos y plantear esos puntos básicos, previos a una negociación. Sin embargo, más allá de la euforia inicial por tan positiva y esperanzadora noticia, es necesario e indispensable un proceso de ambientación política de unas eventuales negociaciones que conduzcan a una culminación del conflicto interno.
El propio Presidente Santos y sus aliados en la Unidad Nacional tiene que buscar una mayor y mejor ambientación política a los diálogos, entre el establecimiento militar y político. A pesar de que los militares no son beligerantes, es necesario buscar y lograr su pleno respaldo a un proceso de paz, para darle bases sólidas al mismo.
Igualmente, en el campo político; insistimos, hay que buscar un mayor consenso. No están bien las posiciones extremas de algunos líderes políticos, que consideramos mezquinas y de poca visión. Un tema como la búsqueda de la paz debe estar por encima de consideraciones políticas partidistas y caudillistas.
Se requiere ambientar el proceso, igualmente, entre los empresarios, ganaderos, agricultores, industriales y banqueros, es decir el poder económico; para precisar, claro está, que el proceso no afectará la propiedad privada y la libertad de empresa, que son las espinas dorsales de nuestro sistema económico. Además, con un mejor ambiente de seguridad y estabilidad, creemos que los empresarios estarían dispuestos a emplear y a participar en la financiación de procesos productivos para acoger a los guerrilleros que se desmovilicen.
Es el momento de apoyar de manera unánime al Presidente Santos en el proceso que se iniciará, próximamente. La búsqueda de la paz debe ser un propósito nacional, de todos los colombianos. Pero, por el buen éxito del mismo, no debemos caer en ingenuidades y mucho menos venderle al país la idea que se trata de un proceso fácil.
Por el contrario, es un camino difícil y complejo, sólo el apoyo sincero de toda la ciudadanía puede blindarlo y contribuir, de esa manera, a que se llegue a buen puerto, como sucedió con el M-19 durante los gobiernos de los Presidentes Virgilio Barco y Cesar Gaviria Trujillo.