El hombre toma muchas veces decisiones irracionales porque no es un ser racional sino uno emocional que razona y eso no es lo mismo, sino muy diferente. El comportamiento de la gente -no toda- volcándose al mercado el día sin Iva fue irracional.
Y ello es así porque hombres y mujeres estamos hechos, en la amalgama de lo que somos, de emociones.
La emoción decide -aunque no siempre- y la razón justifica siempre. El 80% de nuestras decisiones, nos dice Daniel López Rosetti, no son el resultado de la reflexión fría y cerebral sino de impulsos emocionales que luego disculpamos con la razón; y después López Rosetti encuentra el hilo conductor que une lo uno con lo otro, al afirmar que toda decisión racional será equivocada sino tiene en cuenta las emociones y los sentimientos. Y viceversa.
Por su parte, el mercado, desde lo emocional, hace lo suyo: ¡Manipula! Existe la economía de la manipulación que no es otra cosa que descubrir las debilidades del consumidor (el descuento del Iva es una de ellas) para llevarlo a la emoción y por ahí a comprar aunque no sea racionalmente. A la economía de la manipulación le encanta los incautos. Al mercado también.
Los políticos también manipulan y engañan. En una democracia los políticos compiten por tu voto y usan big data, minería de datos, fake news, publicidad, utopías, populismo y otras herramientas para conseguirlo; en el mercado ocurre algo parecido, los vendedores compiten por tu dinero. La meta es hacerte gastar tu plata o conseguir tu voto.
En el día sin Iva había la idea de mover la economía nacional para mejorar los números macroeconómicos y en esta línea el Gobierno se alineó con el mercado, particularmente con los vendedores y desamparó a los consumidores. En este sentido su intervención sirvió a las necesidades de los comerciantes y por ahí pescaron, manipulándola, a muchos incautos. Productos que no tenían el descuento de Iva, precios que fueron incrementados a la víspera, desconocimiento de los montos aplicables al descuento, formas de pago para acceder al beneficio muestran que el Gobierno tomó partido e inclinó la balanza a favor del mercado y lo peor, en el desbalance, puso en riesgo la salud pública en plena pandemia. Le faltó equilibrio.
La respuesta a la manipulación es la regulación y ahí falló el Gobierno nacional y los territoriales también. Les falto informar, controlar y hacer valer los protocolos de bioseguridad a los establecimientos de comercio y a la horda de consumidores.
Por eso, al mercado lo que es del mercado pero al Gobierno lo que es del Gobierno y al consumidor lo que es del consumidor. Cada loro en su estaca haciendo lo que le toca hacer.
El eslabón más débil de la cadena es el consumidor y por tanto, en los próximos días sin IVA es el que requiere más protección. Ojalá hayan aprendido de los errores -el error es un gran profesor porque enseña en carne propia- y tomado los correctivos para que la historia que está por escribirse, sea otra.