Por: Hernán Maestre Martínez
Valledupar, ciudad ecológica de Colombia. Recuperemos y conservemos las cuencas de los ríos Guatapurí y Cesar. Hagamos causa común para que el Embalse Los Besotes sea una realidad, es agua para la vida en Valledupar, La Paz y San Diego.
El interés por los problemas ambientales se incrementan a raíz de la presencia cada vez mayor de evidencias que muestran el aumento del grado de destrucción del sistema biofísico del planeta: atmósfera, agua, ecosistemas, suelos, subsuelos. En síntesis, un creciente deterioro ambiental, a diferentes escalas, que compromete la totalidad del patrimonio natural y cultural del planeta. Ello ha generado un proceso de incremento en los costos relacionados con la obtención de elementos no elaborados por la especie humana y una crisis que se expresa en la decreciente oferta natural y el aumento en la presión de la demanda social sobre los ecosistemas.
En virtud de lo anterior, es necesario comprender la relación entre los ecosistemas las formas culturales construidas por las poblaciones humanas, y los modelos de desarrollo en el contexto de un mundo donde se ha globalizado el modelo filosófico, socio político y tecnológico de la modernidad, surgido del Renacimiento y la ilustración e instaurado históricamente a partir de dos hitos fundamentales, la Revolución Norteamericana (1775) y la Revolución Francesa (1779). Solo así será posible comprender la problemática ambiental en todas sus dimensiones y actuar con propiedad, reorientando estratégicamente los esfuerzos para atenuar o resolver estos problemas a escala local y planetaria.
En este contexto la cuestión fundamental es hasta donde nos va a permitir nuestra inteligencia, representada en la civilización dominante y globalizada que hemos construido, responder al reto fundamental que tenemos como especie en este momento en el planeta; es decir, garantizar nuestra supervivencia y la de las demás culturas y formas de vida, mejorando la calidad de la misma y las condiciones de equidad, respetando los derechos de los demás seres en el presente y en el futuro.
Es claro que los problemas ambientales avanzan mientras que la capacidad de respuesta del hombre se ha quedado rezagada y, evidentemente, los conflictos generados por las carencias de elementos vitales se han agudizado y generalizado. Entre ellos podemos mencionar guerras por control territorial, generalmente para apropiarse de recursos estratégicos esenciales: tierra, agua, aire, energía, biodiversidad, materias primas y formas de conocimiento. El planeta de agota bajo aglomeración humana, el hombre, la ignorancia y la indiferencia que se presentan a lo largo y ancho del mundo, evidenciando contrastes entre pobreza y riqueza cada vez más insostenibles.
Si la humanidad no es capaz de cambiar las estrategias de supervivencia que ha construido hasta el momento, representadas en las distintas culturas con que las poblaciones humanas y nuestra especie han transitado desde sus orígenes, entonces va a desaparecer, y ese será el desenlace al que se llegará por un deterioro cada vez mayor de la calidad de vida.
Algunos síntomas de lo anterior son el aumento de la población humana, la pobreza y las carencias, las enfermedades, el hambre, la ignorancia. La gran contradicción es que por un lado, se acumula riqueza, desarrollo tecnológico y conocimiento, mientras que, por otro, se incrementan los dolores de la humanidad. Vivimos, por consiguiente, en un mundo paradójico, un mundo de creciente desarrollo y capacidad tecnológica, procesos de acumulación de riqueza y, al mismo tiempo, un mundo que genera formidables procesos de destrucción de los recursos naturales y del patrimonio natural y cultural. Este nos parece buen tema para la reflexión de Semana Santa.
*Especialista en Gestión Ambiental
Los puntos de vistas aquí expresados son del autor y no representan ni pueden atribuirse a la entidad para la cual trabaja.