Por Fausto Cotes N
Tiene que ver con la falta de respeto, reconocimiento, aversión, con la duda y humillación.
No es la pérdida de la fama como algunos creen, pues la fama puede ser buena o mala ya que quien goza de ella en un momento determinado, si es mala, al perderla solo está dando pasos para untarse de prestigio; si es buena al perderla se puede caer en un estado de vida normal y corriente, pero si nos dormimos, iremos hacia atrás dando pasos fáciles hacia el desprestigio si no tenemos unos valores humanos bien definidos.
En todo caso el desprestigio solo ocurre cuando nuestra dignidad, que no es sino la suma de los valores humanos bien entendidos y bien aplicados, los perdemos por el simple hecho de no usar la razón en el manejo de todas nuestras actuaciones frente a la sociedad que nos ampara.
En el medio profesional caemos en el desprestigio cuando no nos guiamos por la ética y preceptos atendidos en nuestra formación, dejándonos dominar por el medio y siendo inferior a este, como suele suceder en algunos casos, que nos entregamos a lo fácil y desviado de la normativa que debemos respetar, cuando por la sola búsqueda de satisfacciones personales, olvidamos los intereses generales comunitarios. Cuando ejercemos nuestra profesión con carácter humanitario y de servicio, aunque los conocimientos no sean totales, nuestro prestigio aflora y la compensación aparece.
En el campo social, si nos dejamos dominar por la mentira, la atracción fatal por el esnobismo, la sobre dimensión de nuestras actuaciones, la envidia y el mal manejo de nuestras costumbres, se dice que caemos en el desprestigio para con una sociedad que nos ha estado formando dentro de sus planes.
En el campo económico, la competencia desleal es manifestación de desprestigio porque solemos combatir y sacar del medio del mercado a nuestro rival a través del abuso de las leyes de la economía, utilizando toda clase de artimañas que busquen el desequilibrio económico y de allí nacen los monopolios, oligopolios y los temas de imperialismo, habilitado este último por lo que las novedades del mundo moderno, denominan a la globalización de la economía. En este campo la falsedad juega un papel importante para dar con el desprestigio.
En el campo político, aquí sí hay que hacer un análisis muy profundo y detallado porque este se da por la competencia que tiene mucho que ver con todos los aspectos nombrados en los temas sociales, económicos y profesionales, solo por enumerar a los más representativos.
Pero es el campo más peligroso y tal como la fama depende del manejo del medio, del político, de la política, de la clase de política y la sociedad en que se mueve.
El desprestigio del partido, de sus dirigentes y de sus participantes en su grado de vocería, son determinantes, sobre cuando en temas electorales, se busca la entrega de la responsabilidad de la representación política dentro de los poderes ejecutivos, legislativos y judicial, a personas o candidatos que aquellos señalan sin reunir los méritos del caso. Una de las manifestaciones de desprestigio está marcada tanto por el elitismo como por el populismo y en el análisis detenido de estos temas está la determinación definitiva y conveniente para que un estado o gobierno, sede de las asociaciones políticas, funcione como debería funcionar, bajo la preservación del bien social marcado por la lucha de las ideas y no de las prebendas.
Los buenos políticos y sus actuaciones siempre estarán en la mira permanente de sus enemigos, que son muy pocos dentro del sistema, pero como son los dominantes y para no perder espacio, son quienes están siempre alertas para buscarles la más mínima expresión al loable trabajo de aquellos, desmantelando por cualquier medio que justifique sus falsedades, para destruir el rumbo de las bondades logradas y aquí juega un papel importante la justicia venal y la prensa amarilla, ésta símbolo universal del desprestigio.
El desprestigio es como una hoja seca cuando cae del árbol; el viento la llevará a cualquier parte en donde siempre será basura.
En un medio, en donde casi todas sus instituciones y actividades se han ido contaminando por el desprestigio, los buenos no tienen cabida y cuando la logran se convierten en obstáculos para la diseminación del mal y deben ser desprestigiados bajo cualquier forma.
La bondad política es de alto precio y riesgo en la prestación de un buen servicio social y tiene tantos enemigos que las llaves no se pueden dejar sueltas en cualquier parte.