Como lo hemos advertido antes, el deporte es uno de los factores más integradores y generadores de ideas de cambio en la sociedad, y en Valledupar ya hemos compartido algunos ejemplos de esto, como el campeonato de fútbol femenino en La Nevada que busca disminuir el embarazo en adolescentes.
Esta vez, una noticia positiva nos llega a través del baloncesto. En medio de tantos casos se xenofobia que se acentúan en la cultura popular, un grupo de jóvenes venezolanos, algunos de ellos exjugadores profesionales de este deporte en Venezuela, integran quintetos en Valledupar y participan en campeonatos comunitarios.
Su ejercicio deportivo no solo es destacado por triunfos y la calidad que efectivamente poseen, también es notable la camaradería y amistad que se cultiva en ellos y otros equipos de cesarenses en sectores de Valledupar como el barrio Primero de Mayo.
Estos acontecimientos caen bien en medio de circunstancias adversas protagonizadas por los nacionales de Venezuela; muchos de ellos se ven involucrados en casos de delincuencia, prostitución, informalidad y otros fenómenos, pero sin que logremos asegurar un porcentaje, podemos observar que visiblemente la mayoría hacen parte de ejemplos positivos aunque complejos, como el caso de una licenciada en aduanas atendiendo el mostrador de un lavadero de carros de Valledupar, que si bien demuestra el interés por aportar al desarrollo y lograr ingresos para su hogar, es una circunstancia difícil que profesionales de altas calidades se desempeñen como mano de obra no calificada. Docentes, músicos de profesión, y deportistas con buena trayectoria como los que protagonizan la página 13 de esta edición, se encuentran por las calles de Valledupar en el rebusque diario.
Estas circunstancias alientan al pueblo venezolano que sufre los señalamientos de nuestros paisanos. Los consideran “usurpadores” de puestos de trabajo porque cobran menos (o más bien les pagan menos), y en algunos casos, es bueno reconocerlo, trabajan con mejor actitud con nuestros coterráneos.
Ejemplos como los venezolanos del club de baloncesto hay muchos otros en el Cesar y en ellos reside una posibilidad de fortalecer el tejido social de ambos pueblos que al final de cuentas son hermanos. Venezolanos y colombianos integrando equipos de diferentes disciplinas deportivas son situaciones cada vez más frecuentes. No pasará mucho para que esta coyuntura sea parte del paisaje y pronto olvidemos, como lo olvidaron ellos con nosotros hace años, que los venezolanos llegaron de a miles al Cesar.
Hoy es un buen día para hacer deporte en familia. La salud es beneficiada, la integración social se fortalece y mucho más si es entre ciudadanos de diferentes latitudes, momento oportuno para olvidar los señalamientos negativos sobre nuestras nacionalidades y recordar la capacidad creativa de la unión.