Yanitza, cursó y culminó estudios en la facultad de Medicina en una prestigiosa universidad de la capital, sus padres realizaron ingentes esfuerzos para enviarla a especializar en Medicina Interna en Buenos Aires, la capital del sol. Durante años estuvo por fuera de su terruño y sólo hasta la culminación de la sub especialidad en cardiología retornó al mismo.
Al regresar al pueblo que la vio nacer, retornó con una maleta cargada de diplomas, lo que generó mucha expectativa entre sus paisanos quienes con la confianza que le tenían a sus padres se acercaban a interrumpir momentos de jolgorio en aras de encontrar una fórmula que le ayudara a encontrar una receta para calmar sus malestares de salud.
La doctora Yani, un poco escurridiza por la informalidad, aplazó las consultas para el día siguiente, citando por petición especial de su familia a don Chano, un viejo patriarca del partido liberal, quien en sus años mozos logró triplicar una importante fortuna convirtiéndose en el jefe de una numerosa familia quien lo apreciaba y quería.
Don Chano, cumplido como siempre, llegó temprano a su cita, cuando todos estaban desayunando, después de un café, la doctora Yani lo hizo pasar a la sala principal de la residencia para auscultarlo. La novelería en el pueblo era tanta que en la terraza de la casa se aglomeró una multitud pendiente de las novedades clínicas y aciertos de la nueva profesional.
Mientras le tomaban la presión a don Chano este relataba el listado de males que lo aquejaban:
– Soy hipertenso y para ello tomo Losartan, los doctores Carlos Hernán Cotes y Arnoldo Suárez me han recomendado cuidarme el corazón y me han formulado tomar Diovan 40 mg cada 24 horas.
– Diabético desde los 50 años, soy insulino dependiente.
– Tengo dificultad al orinar y soy estítico, ya mi médico tratante me recomendó dializarme.
– Tengo artritis y sufro de la tiroides.
– Sufro de gota y tomo Colchicina.
– Tengo migraña y apnea del Sueño.
Y, como si fuera poco, fui operado por cataratas y el doctor Emiliano Cruz me recomendó cuidarme de la glaucoma.
De su parte la doctora en un ‘block’ rayado, anímicamente escribía la historia clínica de su paciente, ante la descripción de semejante diagnóstico, los familiares expectantes esperaban las recomendaciones de la especialista. Lo primero que recomendó la simpática profesional fue suprimir la ingesta de toda la droga recomendada y ordenar cambiarla por una nueva receta:
– Para la hipertensión tómese dos cabeza de ajo en ayuna.
– Para la diabetes tomar día de por medio una bebida caliente con clavo de olor en pocillo tintero.
– Para el estreñimiento desayunar con bollo de mazorca biche y por las tardes mazamorra de maíz, eso hace las veces de salvao de trigo y le hace al paciente evacuar y para la orina consumir abundante cerveza.
– Para la artritis sóbese todas las noches con Vic Vaporú y realizarse un baño de eucalipto o de matarratón.
– Para la gota dejar de consumir carne roja y beber por la tarde jarabe de totumo.
– Para la migraña colocarse paños de agua tibia en la frente y beber abundante agua de coco.
Ante las imprecisas recomendaciones, pero en vista de que se escuchaba de que la nueva médica traía consigo avanzados estudios científicos, decidieron acatarlas y de común acuerdo suspendieron el rosario de drogas que consumía su padre.
Cumpliendo a cabalidad con la receta, a don Chano a los 4 días le da un patatús y en algo parecido a una trombosis le quedo un ojo desvilorao, el brazo izquierdo esgonzao, la boca como boquineto retorcida hacia arriba y con un caminar como chasís reventao de camión viejo.
Por la precariedad y escasez de recursos clínicos y de ambulancias, trasladan al puesto de salud local a don Chano en varias mototaxis, ante la algarabía local la gente desesperada corre y grita llamados de auxilio.
En el recorrido hacia el hospital uno de los familiares ve a lo lejos a la doctora y haciéndole señas amenazantes con la mano derecha le dice: “Si apá muere te la coso a plomo”.
Por: PEDRO NORBERTO CASTRO ARAUJO.