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El Cristo de espaldas

Amylkar D. Acosta M1

No hace mucho los altos funcionarios de la administración Santos hacían alarde de que los astros se habían alineado sobre Colombia con el advenimiento del nuevo gobierno: se hablaba por parte del Ministro de Hacienda de la velocidad de crucero de la economía, mientras el Ministro de Comercio anunciaba que la economía colombiana había desbancado a la Argentina y ahora era la cuarta mayor de Latinoamérica e incluso el Presidente Santos en su periplo por Europa estuvo sentando cátedra sobre buen manejo de la crisis por la que pasó la economía Colombiana entre 1999 y 2000.

Se dijo incluso que este Gobierno antes de la mitad de su período estaría alcanzando las metas del cuatrienio tanto en crecimiento como en empleo.

Pero, ya con el sol a sus espaldas prematuramente, de pronto, al Presidente Santos se le volteó el Cristo. Primero fue la trastada del fiasco de la reforma a la Justicia, luego sería el chasco del fallo de la Corte Internacional de Justicia de la Haya hasta donde  el Colombia fue por lana y salió trasquilada y más recientemente el descalabro de la economía, que se desinfla sin remedio. El año pasado la economía creció el 5.9%, rozando la meta del Plan de Desarrollo Prosperidad para todos de crecer de manera sostenida por encima del 6%. Pero, a poco andar, en atención a la crisis de la euroeconomía, la lenta recuperación de la economía estadounidense y el impacto de ambos en las economías emergentes encabezadas por China, cuyo crecimiento empezó a ralentizarse, se tuvo que ajustar la meta a un modesto crecimiento de 4.8%.

No obstante, lo peor estaba por venir y el encargado de arrojar el baldado de agua fría sobre el optimismo panglosiano del Gobierno sería el DANE, al dar cuenta del mediocre desempeño de la economía en el tercer trimestre de este año. Cuando se esperaba un crecimiento entre el 3.5% y el 4%, los registros del DANE mostraron un anémico crecimiento del PIB en el tercer trimestre del año de 2.1% (¡!) frente al mismo período del año anterior, cuyo crecimiento fue del 7.5%.

El desconcierto al momento de divulgarse este registro por parte del DANE fue general, el primer sorprendido con esta desalentadora cifra fue el mismo Gobierno.

Curiosamente el sector de la construcción, que fue el que jalonó el crecimiento del PIB de 4.9% en el trimestre anterior con un crecimiento del 18.7% es el que ahora lo hunde al descolgarse con una caída anual del – 12.3%, en ambos casos insuflado por el comportamiento de las obras civiles asociadas a la actividad minero-energético. De hecho este sector después de crecer a tasas de dos dígitos este tercer trimestre a duras penas creció el 0.5% (¡!).
Por su parte la industria sigue sin levantar cabeza, estancada, en el tercer trimestre al igual que en el segundo registró una caída de la producción, esta vez de 0.1%, en lo corrido del año creció la insignificancia de 0.7% con respecto a igual período de 2011 y en los últimos doce meses registró una baja en el crecimiento de 1.3%.

Se necesita de mucho coraje por parte del Presidente de la ANDI Luis Carlos Villegas para, ante semejante debacle, afirmar que “Colombia ha demostrado que cuenta con un aparato productivo capaz de crecer a tasas del 7% y capaz de amortiguar los choques externos que acompañan a una economía abierta”.

Él acaso no se ha dado cuenta que, al paso que vamos, la ANDI dejará de ser la Asociación Nacional de Industriales para convertirse en la Asociación Nacional de Importadores.   

Además del entorno internacional, uno de los factores que más está incidiendo en el débil crecimiento de la economía es el desaliento de la demanda. Como lo acota el DANE, “el anclaje de una economía es la demanda, que entre enero y septiembre creció 4.4% (…) Este es el segundo dato más bajo de los últimos 7 años”.

El consumo interno, que representa el 65% del PIB ha venido de capa caída, su crecimiento ha venido de más a menos, 5.2% en el primer trimestre, 4.2% en el segundo y 4% en el tercer trimestre. El contraste no puede ser mayor, mientras que el crecimiento interanual de las ventas minoristas en marzo se situó en el 9.4% en octubre cedió hasta caer al – 0.32%.

En tales circunstancias se impone la necesidad de una política fiscal contracíclica tendiente a galvanizar la demanda para tratar de detener la caída y a ello le viene apostando el Banco de la República al bajar sus tasas de intervención, ahora en 4.25%. Pero, mientras el Banco de la República hace su tarea, el Gobierno con el apoyo del Congreso acaba de aprobar una reforma tributaria con la cual, en vez de inyectarle recursos a la economía para reanimarla le está reduciendo la capacidad adquisitiva a los consumidores que verán menguados sus ingresos por la mayor presión fiscal de la que serán objeto a través del IMAN, la “simplificación” del IVA y el nuevo impuesto al consumo, que sumados superan los $4.4 billones de recaudo en 2013. Ello es totalmente contraproducente.

Medellín, diciembre 24 de 2012
www.amylkaracosta.net

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