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El covid-19 se ensaña con América Latina

La pandemia del covid-19, que ya le ha dado una primera vuelta al mundo, hizo estragos en algunos países de Europa y luego en los Estados Unidos, ahora se ha ensañado con algunos países de América Latina. En opinión de la Organización Mundial de la Salud, nuestro continente es el cuarto epicentro de la tragedia, que ha develado muchos problemas que estaban ahí, tapados, pero que algunos no los querían ver, me refiero a la inequidad de nuestros sistemas económicos y la crisis de los sistemas de salud, entre otros.

La recesión de la economía será dramática. El Fondo Monetario Internacional, FMI, la compara con la recesión de 1929. No obstante, otros nos atrevemos a afirmar que será mucho peor; en el 29 no había la población que hoy tiene la tierra, y el mundo no vivía la globalización que hoy lo caracteriza. Las consecuencias serán peores…

Y en efecto, la OIT (Organización Internacional del Trabajo) estima en más de 30 millones los empleos que se han perdido, hasta ahora, y de esos, un poco más de la tercera parte, unos 11 millones, se han perdido en América Latina, según las cifras de la Cepal (Comisión Económica para América Latina). La recuperación de la economía dependerá de la intensidad y la duración del cierre de la misma, y de que no haya nuevos brotes del covid-19. No obstante, en América Latina, perderemos mucho de lo que se había logrado en reducción de la pobreza y en consolidación de una clase media.
Colombia, aparentemente, ha venido sorteando bien el tema económico: el Banco de la República aumentó la liquidez al sistema. En materia fiscal se han establecido programas de ayuda a empresas y familias; la reapertura de la economía atenuará el impacto del golpe, pero la efectividad de todas esas medidas solo se podrá evaluar al finalizar el año, cuando sepamos el comportamiento del crecimiento, el desempleo y la pobreza. Por ahora todas son expectativas.

Al lado del tema económico está el drama de la salud. La situación más complicada la viven los brasileros con más de 584.000 contagiados y 32 mil muertos, hasta el jueves 18 de junio. Las políticas del presidente Bolsonaro han sido erráticas y no coordinadas con los gobiernos territoriales. Le sigue México, con más de 101 mil contagios y con más de once mil muertos.

Tampoco el presidente López Obrador ha sabido manejar el tema. De Venezuela, ni hablar. Su gobierno ha ocultado la información real y la tragedia debe ser inmensa. Este tipo de problemas no se pueden manejar con políticas populistas.

Y seguido está Perú, que lleva más de 178.000 contagios, más que México, pero con 4.894 muertos. Es decir una menor tasa de letalidad. Algo similar ha sucedido en Chile, con 113.000 contagiados y 1.275 muertos.

Revisemos las cifras de Colombia. Hasta el jueves de la semana pasada se tenían más de 57.000 casos confirmados. De los cuales se habían recuperado 21.300, y los restantes siguen activos. Llevamos 1.864 muertos, hasta ahora. Una tasa de mortalidad de 2,1; mientras que la de México ha sido de 8,4 y la de Brasil de 6,3 por ciento. Esto indicaría que el confinamiento le ha permitido al país atenuar los impactos de la pandemia, aunque en algunas ciudades, como es el caso de Cali y Barranquilla la indisciplina social ha existido.

No obstante, por múltiples razones no se ha podido ampliar lo suficiente el número de camas de las Unidades de Cuidados Intensivos, UCI, instrumento fundamental para hacerle frente al problema. Tampoco se han podido importar, oportunamente, los ventiladores que se necesitan. La evaluación del manejo también tendrá que hacerse cuando tengamos una luz al final del túnel, o una vacuna o medicamentes más efectivos contra el covid-19.

Por lo pronto, lo único que nos queda en Colombia es el autocuidado, y tratar de abrir el aparato productivo, con disciplina social, para no perder lo que –hasta ahora- se ha logrado.

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Carlos Alberto Maestre: