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El covid-19 en casa

Llevamos varios meses de enfrentar esta pandemia.  Las cifras no paran de crecer pese a que somos el país con la cuarentena más extensa del mundo. El bombardeo de información, quizás ha disminuido la intensidad, pero no sus efectos.

¿Qué sucede cuando el virus deja de ser ese enemigo etéreo y entra a nuestras casas?

En primera instancia, si se han guardado los protocolos, aparecen el miedo, las dudas y la escrutadera sobre el cómo pudo haber sucedido.  Miedo porque pese a haber extremado las medidas, después de tantos meses, llega el momento en el cual se cree que un breve intercambio con otra persona no sería peligroso, y ¡oh, sorpresa -más bien, susto! ¡Sí!, y ese temor puede llevar a que un ser querido termine en UCI, en el mejor de los casos.

Las dudas sobre qué, cuándo, cómo, dónde, quién. Ya no hay familiares, amigos, compañeros, domicilios si no sospechosos. Cualquiera pudo haber sido. ¿Por qué fue tan irresponsable? Escrutamos todos nuestros movimientos, todos esos sospechosos y sospechas. Terminamos agotados.  Sin perder el miedo, ese no se va, por el contrario, se crece.

El proceso interminable de avisarle a quienes por alguna circunstancia intercambiaron por lo menos un momento. ¿Cómo decirles a los familiares que pese a todo, tú; sí tú, trajiste el virus a casa? Afortunadamente el personal de CRUE y de la Secretaría de Salud está atento, apoyando con el proceso. Las EPS nuestras, fueron diligentes y nos tomaron las pruebas a todos sin mayores dilaciones. Contamos con la tranquilidad de que no hubo síntomas y las respuestas inmunológicas alcanzaron a un solo positivo. No se fue más allá de susto inicial y de la incomodidad del protocolo de aislamiento estricto, pese a la asintomaticidad.

El seguimiento al paciente, así sea asintomático debe mejorarse. En nuestro caso no se llegó a depresión o situación agravante, pero si el paciente está solo y nadie de las instituciones oficiales hace por lo menos seguimiento telefónico, puede ser sumamente peligroso.  La mente, el miedo aquel se puede convertir en una fuerza negativa, potente y absorbente. Cuidado con ello.

Interesante cómo el virus hizo que muchas persona huyeran despavoridas de nuestra puerta, el correo de brujas debió surtir buen efecto, pues fueron dos semanas de suma quietud, donde los dos o tres que llegaron inadvertidamente se escabulleron raudos y veloces al escuchar “virus.” ¡Lástima no haber tenido una cámara!

De otra parte, el apoyo de los amigos, de los otros familiares es una maravilla. Hermosísimo saber que tantas personas estuvieron sumamente atentas todo el tiempo, tener que repetir todo el tiempo: “no hay problema, afortunadamente no hay ningún síntoma, todo está en orden,” es ostensiblemente mucho mejor que estar solos y abandonados a la tristeza y el terror del diagnóstico.

El covid es una realidad, puede llegar de donde menos te lo imaginas, pareciera que ya hay muchas razones para tener esperanzas, pero el cumplimiento estricto del protocolo es mucho más imperativo en estos momentos que siempre. Falta poco, seamos fuertes, cuidadosos para poder salir airosos mientras nos llega la vacuna.

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Cenaida Alvis Barranco: