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El corazón del Padre

Por: Valerio Mejía Araújo

El Antiguo Testamento, trae más de trescientas profecías acerca de la venida del Mesías que se cumplieron literalmente en la vida de Jesús. En los Evangelios, los ángeles testificaron a los pastores, y los sabios llegaron guiados por una estrella para adorar al Mesías. 

Jesús afirmó que la razón de su venida era: Hacer las obras del Padre.

 Cuando fue encontrado en el Templo, contestó: “¿No sabíais que en los negocios de mi Padre me es necesario estar?”. Jesús aún no gozaba de la credibilidad que tendría más tarde; hasta ese momento, no había existido ningún sermón conmovedor, ninguna sanidad, ni agua convertida en vino, ni muertos resucitados, ni demonios expulsados. Simplemente era un niño de doce años cuyas prioridades eran diferentes de la de todos los demás. Dieciocho años más tarde, lo encontramos diciendo a sus discípulos lo que había tratado de decir a sus padres. La prioridad de los asuntos de su Padre: Hacer la voluntad del Padre y acabar su obra. 

El secreto de su ministerio, fue no hacer nada por su propia cuenta, sino solamente lo que vio hacer al Padre. Fue su dependencia del Padre lo que trajo la realidad del Reino a este mundo. Por eso podía decir: “¡El reino de los cielos se ha acercado!”. 

Jesús mostró el corazón del Padre. Todas sus acciones terrenales fueron expresiones del amor del Padre. La vida de Jesús es una revelación del Padre y sus negocios. 

Amados amigos, ¿Cuáles son los negocios del Padre? El aspecto básico de esos negocios es dar vida a la humanidad y demoler todas las obras del destructor. Así como Jesús vino a señalarnos el camino hacia el Padre. Ahora es tarea nuestra, por medio de su Santo Espíritu, descubrir y mostrar lo que el Padre tiene en su corazón para la gente: Dar vida abundante y destruir las obras de las tinieblas.

Muchos de nosotros, nos pasamos la vida sirviendo a Dios, sin jamás descubrir lo que el Padre tiene en su corazón. No repitamos el error de los fariseos, ellos no entendían el corazón del Padre, y mucha de nuestra actividad cristiana hoy, tampoco tiene relación con ese valor supremo. 

En esta hora crucial, necesitamos al Padre mismo. Necesitamos su presencia. El Evangelio es la historia de un Padre que atrae a los corazones de los seres humanos por medio de su amor. Jesús hizo las obras de su Padre, y luego nos pasó la posta a nosotros. Mi invitación hoy es a continuar revelando el corazón del Padre a todas las personas necesitadas, con un toque dulce y consolador del amor de Dios. 

Saludos y bendiciones…

 

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