El Salvador es el país más peligroso del mundo. Está sumido en una guerra entre bandas delincuenciales llamadas ‘Las maras’, famosas por llevar con orgullo sus tatuajes en todo el cuerpo y su caracterizada violencia. Las maras son ejércitos urbanos organizados al servicio del sicariato y el narcotráfico. Para que tengamos una idea de la magnitud del problema, se estima que una de las bandas, la denominada ‘Mara salva trucha’ tiene casi 100.000 miembros activos en las cárceles y calles. Fue bajo este difícil contexto que apareció en la palestra pública alguien que hoy es una estrella de la política latinoamericana, el actual presidente de este país, Nayib Bukele.
Bukele es hijo de padres palestinos, tiene 37 años, fue miembro militante del Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional, un partido de izquierda que lo avaló para hacerse con la alcaldía de San Salvador, capital de este país. Una vez tuvo dificultades internas con el partido, este lo expulsó. Más tarde, para seguir participando en política, Bukele cooptó un partido existente y formó una organización partidaria llamada Nuevas Ideas, con la cual llegó a ser presidente y con la que, al día de hoy, obtiene mayorías en el Congreso. Es un político de trending topic, amante de las selfie y las redes sociales, no usa corbata, hace alocuciones presidenciales con gorra, suéter y tenis; es un mandatario bastante peculiar. Su cercanía con la gente y el cumplimiento parcial de los ejes temáticos de su plan de desarrollo le ha permitido obtener un 92 % de aprobación del pueblo salvadoreño.
Esto, en un país tan violento y con tantos vicios de corrupción, es una verdadera proeza. Y no es para menos, Nayib, en casi dos años de gestión presidencial, ha reducido la violencia hasta en un 50 %. Con su programa de seguridad ha aplicado la mano dura a los miembros de los grupos delincuenciales, ya sea dándoles de baja o capturándolos. En las cárceles salvadoreñas se han confiscado aproximadamente 6.000 teléfonos móviles y los jefes de estas bandas criminales cada día se ven más acorralados ante la puesta en marcha de estas políticas de seguridad. En temas de corrupción se debe reconocer que, gracias a su manera transparente de usar los recursos para fines públicos, Bukele atrae inversión extranjera; por ejemplo, gracias a una donación de 25 millones de dólares hecha por la fundación de Warren Buffet han logrado construir el primer centro de investigaciones forenses de El Salvador. Con relación a la gestión de la pandemia, a la fecha, El salvador tiene vacunada al 14 % de su población, porcentaje pequeño con respecto a las grandes potencias, pero saca cierta ventaja a varios países latinoamericanos.
Pero, si todo va como lo dice el párrafo anterior, entonces, ¿dónde está lo controversial?
Bueno, este presidente tiene un modus operandi que en ocasiones roza la línea de la tiranía. Usa medios un poco autoritarios para lograr sus fines. En una ocasión, el periódico conocido como El Faro hizo una acusación pública contra Bukele por sostener conversaciones extraoficiales con la mara salva trucha 13, en las que supuestamente se ofrecían beneficios a este grupo a cambio de apoyo electoral. Pues bien, luego de la acusación, ¿qué creen que pasó? Pues ya se aperturó una investigación por parte del gobierno contra el periódico por un supuesto blanqueo de capital; también hubo persecución a los miembros y directores del diario.
Una clara amenaza a la libertad de prensa. Pero eso no lo es todo. Hace unos meses, el presidente, acompañado de militares armados, irrumpió en el órgano legislativo para empujar a los diputados a que aprobaran, a “pupitrazo” y sin dar debate alguno, un préstamo de 109 millones de dólares con los que terminará de financiar su plan de seguridad contra las pandillas urbanas. En caso de que no lo hicieran, amenazó con llamar a una insurrección popular. Esto, por supuesto, quiebra el orden constitucional y representa una intromisión en el poder legislativo.
Sin embargo, lo más preocupante para la comunidad internacional ocurrió hace pocos días cuando la asamblea, en donde sabemos, tiene mayoría, destituyó a todos los magistrados de la Corte Suprema de Justicia, quienes claramente, en un país con división de poderes, representan la independencia y un contrapeso al órgano ejecutivo y legislativo. La destitución vendrá acompañada de la designación de nuevos jueces afines a la idea política del presidente. Ya con mayorías en el Congreso y con magistrados a su favor, no existe división de poderes y se omite la ley de pesos y contrapesos. Todo está servido en bandeja de plata para Bukele.
¿Esto les parece familiar? ¿Quiénes tienen este patrón de conducta? En efecto, este es el estilo que han adoptado todos los presidentes con tendencia dictatorial. Al principio persiguen una buena causa, tienen altísima popularidad, hacen elecciones a su antojo, concentran el poder, y después, por encima de quien sea, tratan de perpetuarse en él. Pasó con Mussolini, Hitler, Chávez, Fidel, Ortega, Perón, etc., no se afirma que Bukele sea como ellos, ni más faltaba, solo se deja sobre la mesa una preocupación sobre los medios autoritarios que ha utilizado para alcanzar sus fines.Esperemos que a El Salvador le vaya bien y que esto termine siendo solo una preocupación sobre un presidente tan controversial como Nayib Bukele.