Había una vez un conejo que quería ser arquero, pero era muy bajito y los papas no lo podían meter a una escuela de futbol porque eran muy pobres.
El conejito sufría mucho, porque su mayor deseo era poder ser arquero, jugaba con sus demás amiguitos conejitos, en la escuela y en la madriguera, sus padres lo veían tan emocionado cuando jugaba, que no sabían que podía hacer para ayudarle a su pequeño hijito.
Un día en un intercolegiado de futbol en su escuela, fueron unos entrenadores ardillas, y lo vieron tapando, se dieron cuenta del gran potencial del conejo, y de todas sus habilidades en la portería, las ardillas entrenadoras quedaron sorprendidas.
De inmediato contactaron a sus padres, y les informaron del interés que ellos tenían con su hijo conejo, los padres de conejito hablaron con él, pero conejito les dijo a las entrenadoras ardillas que no podía ser arquero en un equipo de talla mundial, porque él era muy bajito.
Las entrenadoras ardillas le dijeron que no debería importarle su apariencia física, sino sus capacidades, la actitud que él le imprima a las cosas, y lo duro que se esfuerce por conseguirlas.
El conejito pensó en todo lo que los entrenadores le habían dicho, y acepto la propuesta que le hicieron de jugar con el equipo de ellos de talla mundial.
Conejito comenzó a practicar duro, a estar puntual en sus entrenamientos, alimentarse bien, a dormir bien, en fin, a tener disciplina. Los directores técnicos que lo veían cada vez le exigían más, y conejito se esforzaba.
Pasaron los meses, conejito extrañaba a sus padres y a sus amigos de la madriguera, pero no renunciaba de estar en el equipo. Luego de tanto entrenar llego el gran momento, conejito iba a tener su primer partido con el equipo de los topos, se sentía muy feliz, y en ese partido además de estar nervioso, tapo muchos goles que los equipos de los topos le querían hacer al equipo de las ardillas y teniendo a un conejo de portero ganaron el torneo, el equipo de las ardillas.
Conejito estaba hinchado de la felicidad, después de unos días visito a su familia de conejos, la noticia ya era bomba, conejito era una estrella como portero, todos en la madriguera estaban muy contentos de tener a conejito como el mejor portero de talla mundial.
Los entrenadores ardillas le dijeron que no debería importarle su apariencia física, sino sus capacidades, la actitud que él le imprima a las cosas, y lo duro que se esfuerce por conseguirlas.
Autor: Cristina Isabel Quintero Manotas – I.E. Cesar Pompeyo Hinojosa